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Legislatura de malas

Los diputados locales apenas van a cumplir un año en el cargo y ya hay voces dentro y fuera del palacio que la señalan como la peor legislatura hasta el momento.

Este mote es recurrente cada vez que arranca un nuevo periodo y hasta se bromea señalando que es difícil que la próxima los supere, pero, aunque se intente no caer en esta dinámica, es imposible, porque a las pruebas nos remitimos: siempre logran que sea una realidad y que quede registrado en la historia legislativa.

Y todo porque cada vez se les hace más fácil obviar lo que dicen las leyes o los reglamentos; incluso caer en la tentación de repetir los esquemas añejos, como lo hizo la actual legislatura, la Sexagésima Tercera.

Aunque también ha hecho cosas buenas y han logrado acuerdos que sus antecesores no hicieron, todo queda empañado por las acciones de sometimiento al Poder Ejecutivo y de las prisas por legislar por ese motivo.

A esta legislatura se le puede conocer como la del fast track, la de las prisas, porque es común que surjan temas que deben salir el mismo día tanto en comisiones y en sesiones de pleno, porque lo pidió el gobernador o porque así conviene a los intereses de Movimiento Ciudadano, dejando de lado los temas prioritarios para el estado o los temas “incómodos” para el gobierno.

Para muestras, varios botones; cuando menos describiremos tres de los más grandes.

El caso más reciente es la nueva ley de movilidad, seguridad vial y transporte porque, ¿de qué sirve que la diputada Mónica Magaña haya realizado durante seis meses varias mesas de trabajo y diálogo, si todo su esfuerzo se empañó por las prisas de sus jefes en sacar el tema en un solo día y sin dar a conocer la versión final a los mismos sectores que consultó?

El dictamen lo escondieron y sólo lo soltaron una noche antes para evitar dar tiempo para una revisión a detalle por parte de las bancadas parlamentarias, sobre todo las de oposición, porque los aliados lo tuvieron con tiempo.

Inicialmente era un documento de casi 700 páginas, que antes de su aprobación se redujo a 600 páginas sin saber todavía qué fue lo que cortaron y evitando hacer una comparativa con la anterior ley, precisamente para no exhibirse y que encontraran los prietitos en el arroz.

Y estas prisas provocaron que, a dos días de su aprobación, Magaña admitiera que tienen que hacerle una enmienda en la sesión de pleno de mañana, precisamente por imprecisa; eso si es que no surgen más acotaciones.

Claro que había plan con maña para no demostrar sus verdaderas intenciones, sobre todo recaudatorias, porque entrará en vigor este mismo año. Y la muestra de esta falta de consenso y de tacto político para dialogar con las otras fuerzas se mostró en la votación 22 a favor y 13 en contra, sólo con los aliados de MC, que son PAN y PVEM, lograron sacarla.

El otro tema que queda a deber es su cantaleta de “reducir el financiamiento público de prerrogativas a partidos políticos” cuando éste va a aumentar, y ya lo confirmaron las voces autorizadas en el tema que son el IEPC y la Secretaría de Hacienda, que sí habrá aumento al presupuesto del próximo año, y ellos insisten que hicieron un bien a la sociedad.

Y el último tema que también es relevante mencionar son los nombramientos entre cuates y cuotas. Si nos sorprendíamos de la facilidad de violar las leyes para poner a los amigos con la elección de consejeros judiciales en la pasada legislatura, la actual la superó con los procesos de titulares del Itei y de la CEDHJ, que también tuvieron sus vicios porque se obviaron requisitos legales, y el primero sigue impugnado.

Este pendiente se mantiene porque ni siquiera hay una propuesta en la congeladora sobre la ley de designaciones. La que hizo la sociedad civil quedó desechada por carecer de un dictamen y la actual legislatura no ha presentado otra propuesta para su estudio.

Ya vienen los nombramientos de magistrados, donde se volverán a repartir el pastel entre los aliados y quizás una fracción de oposición si logra negociar y donde seguirán aplicando los cuates y las cuotas.

Nada ha cambiado, sino empeorado. Sólo les gusta conseguir likes y hacer videos, pero sin dar argumentos. Legisladores de redes sociales.

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