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Percepción de inseguridad y medios en Jalisco

Sin que intervengan los medios informativos, ni los periodistas, ni los académicos dedicados al análisis social, la población jalisciense la mayor de las veces tiene su primera percepción a partir de lo que sucede en su entorno. Ese primer acercamiento a lo que ocurre no se basa en la información mediática. En el caso de la seguridad pública, lo que observa, escucha o siente son historias de asaltos a transeúntes, despojos de vehículos, asesinatos aquí y allá, fraudes en tal o cual situación, desapariciones de alguien; en sí, de gente cercana o que no conoce. O bien, en esos relatos la persona es la protagonista al ser víctima de los delincuentes.

¿Cuántos no han sido agredidos por hampones sueltos y no denuncian, conocedores de la burocracia que investiga, de las ínfimas posibilidades de que se atrape a los delincuentes, de los riesgos de denunciar y la pérdida de tiempo, en delitos de dizque “poco impacto”? No aparecen en la estadística delictiva, tan manipulada para afirmar supuestas verdades desde la óptica política que intenta disfrazar la realidad.

Esa primera percepción de la realidad no está mediada por la radio, la televisión o los medios impresos o digitales. Esa primera capa contiene información que circula en el espacio público a través de canales que no son los medios informativos, como acusa el gobernador Enrique Alfaro. Es la propia realidad inmediata, cercana, de la vida cotidiana de la población, la cual se enciende o se mofa cuando desde el gobierno del estado se asegura que “vamos bien”. Los relatos personales y sociales construyen ese primer círculo de la realidad, que lastima, intimida, paraliza, mete miedo. La generan los delincuentes con matanzas, agresiones al patrimonio, ataques al cuerpo y vida, y la ineficiencia de las autoridades responsables. La impunidad es el alimento de los delincuentes. La primera percepción sobre la inseguridad se sostiene en las vivencias personales y sociales. Amigos, vecinos, familiares, compañeros y desconocidos son parte de esa primera red de redes informativas naturales de percepción de la realidad colectiva sobre el fenómeno delictivo. Las noticias mediáticas nunca podrán, ni es su fin, superar a las dolorosas experiencias en carne propia que asestan los delincuentes.

Otra información que alimenta la percepción de la realidad es, sí, la que generan las empresas mediáticas. Solo que su dimensión es diferente y acotada. No se puede comparar con la percepción que deja ser víctima de un delito o del temor. Desde el poder es común, y el gobernador no escapa a esa regla, que se achaque a los medios informativos la influencia total de lo que opina la población sobre la inseguridad, como si no existieran audiencias críticas ni jaliscienses que no hayan resentido la violencia. La realidad diaria es la primera informante y constructora de la percepción de inseguridad de los jaliscienses, no los medios.

La peor e infame acusación es que los medios, en una generalización sin sustento y con dicotomía absurda, alientan la inseguridad porque quieren le vaya “mal” a Jalisco. La influencia mediática no suele ser de la magnitud que se le adjudica. Por eso el foco de atención gubernamental debiera estar en combatir a las organizaciones criminales, no a los medios informativos y a la libertad de expresión, como hace el gobernador.

Cuando un político profesional, como el gobernador Enrique Alfaro, habla de la “realidad” de Jalisco, lo hace desde el marco en que la observa, interviene y evalúa. Es un marco que, como ocurre con información gubernamental de seguridad pública, suele estar tamizado por una burbuja aislada de la realidad, mal interpretada, reconstruida a modo, ajustada a los futuros políticos, con nula autocrítica y desconocedora del papel que en una democracia pueden jugar los medios informativos.

Twitter: @SergioRenedDios

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