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La verasteguización del PAN: ruta al precipicio

El coqueteo con las ultraderechas, visible en la nueva imagen y slogan del Partido Acción Nacional (PAN), desesperado por encontrar un revulsivo que le brinde alguna posibilidad de competir con Morena en 2030, es muy mala idea, en un país que ha demostrado una y otra vez que esa ubicación de la geografía política tiene éxito en pocas regiones y estados, pero no entre la mayoría de los mexicanos.

En el relanzamiento (palabra más afín a la mercadotecnia, pero que es un reconocimiento tácito del PAN como producto en crisis de mercado), el presidente nacional Jorge Romero anunció que no habrá alianzas y que se flexibilizarán los requisitos de adhesión. Obviamente buscan debilitar a los padroneros, que han secuestrado las afiliaciones para negociar cargos, aunque afuera no tienen representatividad. En Jalisco, algunos de estos se han beneficiado de la administración de las derrotas.

Pero lo que más llamó la atención (además del nuevo logotipo) es la sustitución del tradicional lema “Por una patria ordenada y generosa”, por el slogan, “Patria, familia y libertad”, muy similar al que han usado personajes como Bolsonaro, Milei, Meloni y el actor mexicano Eduardo Verástegui, quien hasta reclamó que le piratearon su frase: “Dios, patria, familia y libertad”.

Por un lado es entendible que el PAN intente corregir sus extravíos ideológicos. Desde el tiempo de las concertacesiones con Salinas de Gortari abandonó la doctrina de sus fundadores, Gómez Morin y González Luna, para abrazar un pragmatismo que paulatinamente lo llevó a la complicidad neoliberal. Durante el foxismo, la ultraderecha se infiltró a través del Yunque y con Calderón hubo otro giro, a un modelo de dureza y escasa sensibilidad social. Pero en 2024, al aliarse con el PRI, su otrora rival histórico, el PAN tocó fondo.

No obstante, intentar resolver la ambigüedad ideológica con un viraje al conservadurismo es pésima idea. Históricamente la ultraderecha no ha tenido éxito en México, pues, aunque buena parte del pueblo es católico, tiene arraigado el principio juarista del laicismo (cultivado por la educación pública) y los postulados del nacionalismo revolucionario (reasumidos precisamente por Morena).

Por ello no es extraño que Verástegui apenas alcanzó a recabar 139 mil firmas de las 961 mil que necesitaba para aspirar a la candidatura presidencial por la vía independiente en 2024.

Las derechas mexicanas en su conjunto –no sólo el PAN– atraviesan una crisis. Sus pocos liderazgos (algunos de la iniciativa privada) no tienen la suficiente fuerza para competirle a Morena, ni mucho menos una estructura política a la cual montarse rumbo a 2030. Y tampoco hay mucho entusiasmo por abrazar sus premisas.

A la gente lo que le hace más sentido ahora es la conquista de nuevos derechos sociales, como la redistribución de la riqueza, salarios más dignos, reducción de jornadas laborales o vivienda asequible. Políticas tangibles que impacten la vida cotidiana y no retóricas de museo. Por eso, esta especie de verasteguización del PAN no hace más que agudizar su extravío.

*Investigador de la UdeG

X: @julio_rios

jl/I