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¿Es válido imponer creencias?

El fin de semana se llevó a cabo una marcha multitudinaria que tenía como fin manifestar su posición respecto a temas de su interés, y a la que los organizadores retaron a quienes conforman el Congreso del Estado de Jalisco a participar, reto que dos diputados aceptaron, y hasta difundieron su participación a través de sus redes sociales.

Todo lo anterior no tendría nada de extraordinario si no fuera porque la organización convocante, el capítulo Jalisco del Frente Nacional por la Familia, reivindicó su postura en defensa de la vida y de la familia, algo a lo que en abstracto sería difícil encontrar a alguien que se oponga, pero en lo concreto sí hay muchas discrepancias, dado que su reivindicación a favor de la vida se reduce a impedir por cualquier medio que las mujeres embarazadas aborten y que sólo se reconozca como familia a aquella compuesta por un padre, una madre y sus respectivos hijos e hijas, es decir, el modelo de la familia nuclear.

¿Cuál es el problema con esto? Que aceptar y legislar de acuerdo con su reivindicación implicaría que algunas personas no puedan ejercer todos sus derechos humanos. Es decir, si sólo se acepta legalmente un modelo de familia, quienes viven en familias que corresponden a otro modelo, por ejemplo, una mujer con su ahijada, no tendrían derecho a la protección que se pide para las familias nucleares.

Por otra parte, se negaría a las parejas no heterosexuales la posibilidad de contraer matrimonio legal y se les excluiría injustificadamente de los beneficios que la ley otorga a las parejas con uniones estables, entre otras, la posibilidad de adoptar y criar de manera conjunta. Esa exclusión sólo puede derivarse de la creencia de que la homosexualidad es mala. Pero esa creencia no tiene sustento científico y no se basa en el conocimiento.

En cuanto a impedir legalmente el aborto y sancionar a quien lo lleve a cabo, implica asumir que una mujer embarazada pierde su calidad de ser humano y por lo tanto no tiene derecho a actuar y decidir autónomamente, sino que se convierte en el vehículo para que alguien más pueda engendrar hijos. Esto es algo tan absurdo como pretender esclavizar a una persona sana para que se conecten sus arterias y venas con las de una persona cuyos riñones no funcionan, para ayudar a mantenerla viva y sana.

Tan evidente es la perspectiva restrictiva de derechos de quienes se manifestaron que no se pronunciaron a favor del trabajo que llevan a cabo las familias que buscan a sus seres queridos desparecidos. Ni tampoco se pronunciaron por terminar con la impunidad en el caso de los asesinatos y de todos los casos de fosas clandestinas. Parece que esas situaciones no son parte de sus creencias.

Por otra parte, desde un punto de vista ético es grave que representantes populares respalden este tipo de manifestaciones, porque en los hechos envían el mensaje de que es correcto pretender restringir el disfrute de los derechos con base en las propias creencias, porque indebidamente las legitiman, y la persona que se identificó con el discurso de Trump y decidió matar mexicanos en un Walmart de Texas es evidencia de lo que respaldar esas perspectivas puede producir.

En otras palabras, si alguien quiere alcanzar la santidad conforme a lo establecido por su propia religión, tiene todo el derecho de vivir de acuerdo con ello, pero ¿tiene el derecho de obligar a todas las demás personas a vivir conforme a ese mismo ideal? ¿Y tiene el derecho de utilizar un poder que se le delegó para construir el bien común para obligar a personas que no comparten sus creencias a vivir como si lo hicieran?

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@albayardo

JJ/I