INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

‘El Carajo’, una lección

La cuestión de género se encuentra por encima de la libertad de prensa. 

Reconocerlo produce conflicto en mi fuero interno porque, desde mis privilegios, decirlo va en contra de mi educación formal y sentimental. Significa deconstruir mis referencias. 

La semana pasada un grupo de feministas convocó a una manifestación a favor del aborto. Como anteriores ocasiones -en las que también suele pedirse un alto a la violencia contra las mujeres-, las organizadoras solicitan –no limitan- a los medios de comunicación que envíen mujeres a cubrir sus acciones. 

En una misiva firmada por 29 organizaciones feministas, encabezadas por MeCuidanMisAmigasGDL, se lee: “Las mujeres manifestantes y cualquier persona tenemos el derecho a negarnos o reservarnos a ser entrevistadas, fotografiadas o exponer nuestra imagen ante los medios”. 

En la marcha hubo, entre otros incidentes, un problema con un fotógrafo local que desde hace años es conocido como El Carajo. En la manifestación hubo forcejeos y el ánimo se salió de control. El fotoperiodista golpeó a una de las participantes. 

Acto seguido, Luis Fernando fue detenido y procesado por un juez. Tal acción legal fue respaldada por la denuncia de la afectada y con testimonios de cuatro policías. Existe un video que revela lo sucedido. 

Es simple: es un delito y se debe pagar. 

Se puede entender que hay atenuantes (como el conflicto previo o el contexto de precarización laboral que lo llevó a cubrir tal marcha), pero la agresión fue cometida y sancionada. 

Luego hubo toda clase de reacciones. Mis redes sociales, integradas en su mayoría por colegas y activistas, entraron en un debate descarnado. Argumentos obtusos e insultos desvirtuaron la discusión. 

El capítulo Jalisco del Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores emitió un comunicado en donde afirma que es un “hecho lamentable que nuestro compañero periodista sea producto de un linchamiento social, pues hasta el momento no hay una sola persona detenida del contingente feminista, ya que su equipo de trabajo resultó dañado, luego de que hubo un evidente intento de robo calificado”. 

En dos foros de Facebook de esa organización no se encuentra el documento referido por la página de Internet La Voz de Jalisco. La proclama cuenta con la firma de Luis Rubén Íñiguez González (líder del foro en el estado) y otros 35 comunicadores. 

Se equivocaron. 

Los hechos son contundentes y no hay manera alguna de justificar la violencia. Acudieron a la obligación del Estado de “salvaguardar en todo momento la libertad de expresión”, pero este no es el caso. Cayeron en un falso silogismo. 

Aunque es aberrante, su reacción instintiva en la defensa del fotorreportero sucede desde nuestros privilegios como varones antes que como periodistas. 

MeCuidanMisAmigasGDL respondió: “Exigimos la reparación integral del daño, que se garantice la libre manifestación y que se respete nuestro derecho a construir espacios seguros, nuestro derecho a decir NO”. Así debe ser. 

La violencia estructural que han sufrido las mujeres es una deuda que estamos lejos de pagar. Hoy mismo siguen sucediendo toda clase esperpentos contra ellas sólo por ser. 

Javier Darío Restrepo me dijo hace 18 años: “Uno no encuentra mucho sobre esa responsabilidad social que tiene el periodista, particularmente frente a temas como la violencia, la corrupción, la debilidad de las estructuras políticas. Ahí hay un papel que el periodista tiene que cumplir y hay un gran vacío”. 

El cambio cultural más urgente que debemos atender es la perspectiva de género. Como gremio, el periodismo debe rechazar las violencias y la desigualdad, hay que respetar y pulirse. Todo de la mano de las reporteras y editoras o no será. 

Twitter: @cabanillas75

jl/I