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México, donde no bastan el talento y el esfuerzo

¿Es México un país en el que basta echarle ganas para salir adelante? Hay casos de éxito que nos harían pensar que sí. Pero son contados y la realidad es otra: nacer en la pobreza condenará a la mayoría a vivir en la pobreza cuando llegue a la edad adulta.

Esa es una de las conclusiones más importantes que arroja el estudio Desigualdades en México 2018, elaborado por el Colegio de México, y que hoy se presenta en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Es decir, el origen y características del hogar de las personas “determinan en muy buena medida las condiciones socioeconómicas que experimentan cuando son adultos”.

Al revisar las condiciones de desarrollo de las personas en nuestro país, se encontró que pueden acumularse desigualdades que aumentan la brecha; por ejemplo, las educativas, las de acceso a la salud, territoriales o de género.

Una personas que nace en un hogar pobre, en una comunidad rural de Oaxaca, que va a una escuela rural y con acceso limitado a la salud, y si además es mujer, seguramente crecerá y llegará a la edad adulta en la pobreza.

Sobre la forma en que se elaboró, en el resumen ejecutivo se señala que se partió de “las disparidades en la adquisición de competencias para luego explorar los patrones de inserción en los mercados laborales, con un énfasis en las brechas en los ingresos salariales y el acceso a empleos de calidad”.

Entre los desiguales, agrega el texto, “las mujeres, las personas con menores ingresos y la población indígena siguen enfrentando mayores dificultades que otros grupos para alcanzar objetivos cruciales en su curso de vida”.

El estudio fue elaborado por 11 profesores e investigadores del Colegio de México. Laura Flamand, una de las académicas que participaron en este trabajo, explicó en una entrevista que las desigualdades deben entenderse como “la distribución inequitativa de recursos y oportunidades”.

Según la Constitución federal, todos los mexicanos tenemos los mismos derechos. Entre éstos están el acceso a la salud y la educación de calidad, a un trabajo digno e incluso a una vivienda. Pero la realidad es otra y esto lo confirma el estudio del Colegio de México.

En la actual administración federal hubo una polémica por la medición de la pobreza en México. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) cambió la metodología para medir la pobreza, lo que motivó que un año el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) no aceptara ese insumo; sin embargo, ya en las últimas dos evaluaciones sí lo tomó en cuenta. Para algunos académicos esto equivale a borrar pobres en el papel.

Medir adecuadamente implica asumir en su dimensión exacta el problema de la pobreza y, por lo tanto, definir acciones que lleven a atacar las desigualdades.

Para Laura Flamand, los programas sociales o aquellos como el seguro popular sí sirven. Los apoyos que se brindan a través de éstos mejoran las condiciones cotidianas de las personas, pero no resuelven de fondo el problema y las desigualdades persisten.

En materia de educación, por ejemplo, se alcanza una mayor cobertura en secundaria, lo que recorta la brecha en esta materia; sin embargo, se mantiene. Las diferencias aumentan cuando se habla de calidad en la educación, especialmente con relación a la educación privada, y en el acceso y conclusión de la educación media superior.

El informe arroja más datos desalentadores. La baja movilidad social ascendente y el estancamiento de los ingresos laborales de los trabajadores desde 2007 hacen que no basten el talento ni el esfuerzo. Y también aquí, “la situación es más grave para las mujeres”.

En general, el informe es una gran herramienta para los gobernantes que llegan, si tienen interés más allá de las disputas políticas y se acuerdan que ya las campañas terminaron.

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da/i