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Inasistencias legislativas

A los diputados locales no les gusta que los fiscalicen, y mucho menos si se trata de su tiempo, porque siempre sus argumentos son que no tienen un horario que cumplir y que sus cargos son de tiempo completo.

Tampoco les gustan que les estén contando las asistencias a sesiones de pleno, comisión o comité, y argumentan que ya no son niños chiquitos para que los estén vigilando con lupa, y los coordinadores señalan que no son sus mamás para estar detrás de ellos porque están grandes para poder cumplir con sus obligaciones.

Pero la verdad es que algunos sí necesitarían que alguien les haga ver sus yerros, porque a veces no recapacitan ni se dan cuenta de que sus ausencias son notorias, que incrementan cada vez más o que incumplen con sus obligaciones.

Como ejemplo lo que ocurrió en esta semana, donde hay dos hechos claros de que necesitan niñera, maestra o prefecto que les pueda recordar las obligaciones que vienen por ley y sus compromisos que contrajeron al momento de tomar protesta como diputados locales.

El colmo de los colmos fue la sesión conjunta de las comisiones de Educación y de Competitividad para las entrevistas a los aspirantes del Consejo Técnico Ciudadano del Sistema de Mejora Continua de la Educación (Simejora), donde solo asistieron tres de 12 diputados que deberían estar ahí.

Este tipo de ejercicios es uno de los más importantes que tienen que realizar porque el contacto directo con los aspirantes puede darles luz para la toma de decisiones, y así diseñaron el ejercicio para este fin, y al mismo tiempo es uno de los ejercicios más desdeñados, porque suele ser pesado y aburrido.

En este caso sólo asistieron los presidentes de la comisión; incluso uno de ellos pensaba que no tenían responsabilidad sus integrantes de asistir y después descubrió que era una sesión donde deberían estar todos. La única que respondió el llamado fue otra integrante de la Comisión de Educación, que llegó tarde, pero llegó.

Y así de fácil se incumplió con una obligación de ley sin que nadie dijera nada, sin que a nadie le importaran las ausencias ni el trabajo incompleto.

Aquí no hay sanciones ni regaños ni llamados de atención y ni siquiera a los ciudadanos les importa si asisten o no; empero, es una responsabilidad que no cumplen y que se ve mal que no les importe una elección donde más adelante deberán dar su voto.

Si les preguntamos a los aspirantes si se sintieron desoídos o qué opinan que los legisladores no hayan ido, seguramente a ellos sí les importaron sus ausencias porque les quedaría la incertidumbre de cómo los van a votar si no los conocieron.

Otra muestra de su desinterés ocurrió ayer en la sesión de pleno. Los legisladores están tan distraídos en sus actividades personales y partidistas, que simplemente entran y salen de la sesión sin poner atención y sin importarles los temas a tratar, salvo que fueran los suyos.

Hubo un momento en que perdieron el quórum, pero nadie se dio cuenta porque la sesión siguió y siguió, hasta que llegaron los diputados faltantes para mantener el mínimo necesario para seguir con la sesión, y a nadie le importó verificarlo.

También es evidente que a las presidencias de la Mesa Directiva no hacen efectiva su obligación de pedir que le descuenten el día al diputado que no asista a la sesión de pleno, y hasta pueden quitarles la sanción si justifican la falta.

Y la verdad es que nadie lleva un control de si van o no van cuando lo mejor sería que llevaran una estadística para poder reflejar las consecuencias de sus actos y poner indicadores.

¿Y lo harán, se animarán, querrán? Uf, lo dudo, porque sería ponerse límites y están muy a gusto así.

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