Silvestre II: el Papa astrónomo

Una importante figura de transición entre el renacimiento carolingio de los siglos Octavo y Noveno y el "Renacimiento" del siglo Duodécimo fue un monje del siglo Décimo del monasterio de Saint-Géraud en Aurillac, en el centro-sur de Francia.   

      David C. Lindberg; The Beginnings of Western Science, University of Chicago Press, Chicago-London (2007), p. 199  

Quizá resulte interesante para aquellos quienes cuestionan las interacciones entre ciencia y religión conocer de algunos peculiares personajes que –formados en el seno de la Iglesia– hicieron aportaciones importantes para el desarrollo de la ciencia; justo el prolífico y recordado doctor Lindberg (1935-2015) se refiere al nacido como Gerbert de Aurillac (circa 945-1003) de quien dice “disfrutó de una carrera meteórica, explicada por una combinación de talento intelectual y oportunismo político” (Op. Cit.), pues de abad en Bobbio fue elevado arzobispo en Reims, de donde pasaría a Ravenna con la misma dignidad eclesial.

Los manuscritos de Santa María de Ripoll

Al describir la riqueza e influencia del acervo de dicho monasterio cordobés, el también historiador de la astronomía John North refiere que De Aurillac difundió la idea de que los conocimientos científicos importaban, y menciona: “Probablemente fue el primer erudito importante que se interesó en llevar los nuevos conocimientos al otro lado de los Pirineos” (Historia Fontana de la Astronomía y la Cosmología, FCE, México 2001, p. 160), y afirma: “El conocimiento europeo de la astronomía le debe mucho, y él a su vez estaba en deuda con un texto de Ripoll” (Op. Cit. p. 161); Lindberg precisa: “Se ha acostumbrado a concentrarse en el papel de Gerbert como el primero, o uno de los primeros, y ciertamente el más importante, iniciador del fructífero contacto intelectual entre el Islam y la Cristiandad latina” (p. 199).

Papa del milenio

El 2 de abril de 999 es elegido papa y toma el nombre de Silvestre II; murió el 12 de mayo de 1003, hace 1016 años.

89 años del Adler

El 12 de mayo de 1930 abrió sus puertas al público el Planetario Adler de la ciudad de Chicago, el primero del continente americano; el primero en México se estableció en 1950 en la sede de la Sociedad Astronómica de México.

[email protected]