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Astronomía en Chapultepec

El observatorio astronómico del Castillo de Chapultepec existió hasta 1847, cuando debido a la lucha armada sostenida por sus defensores contra el invasor estadounidense, todas las instalaciones de aquel bastión fueron sometidas a intenso bombardeo, resultando de ello severos daños que lo inhabilitaron.

Marco Arturo Moreno Corral en Formación de ingenieros en el México del siglo XIX, María de la Paz Ramos Lara y Rigoberto Rodríguez Benítez (Coords.), UNAM-UAS, México (2007), p. 81

 

Escribo esta columna después de una visita no exhaustiva, pero sí completa al Museo Nacional de Historia (MNH) ubicado en el Castillo de Chapultepec, ejemplo vivo y testigo de múltiples etapas de la historia nacional y la ciencia no está excluida de ella, aunque con una representación menor al interior de sus salas y jardines comparada con el acontecer político y religioso en el devenir de nuestro país.

Recalco lo anterior, pues entre sus múltiples funciones, palacio durante el imperio de Maximiliano, sede del Colegio Militar (nombrado heroico entre otras razones por su papel durante la intervención norteamericana), residencia oficial del presidente de México, también fue la primera sede del Observatorio Astronómico Nacional establecido en 1878, según da cuenta una placa conmemorativa del centenario de tal acontecimiento fijada en la pared externa del “Caballero alto”, denominación la cual nos informa la página https://lugares.inah.gob.mx/ del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Se le conoce así “según los términos de la arquitectura militar”, ello porque su construcción fue en el año de 1842, cuando el castillo fungía como sede del Colegio Militar.

En el capítulo “Saber astronómico en la enseñanza de los ingenieros mexicanos durante el siglo XIX” del muy estimado maestro Marco Arturo Moreno Corral -a quien debo mucho de mi vocación hacia la historia de la Astronomía- se nos informa de un observatorio astronómico muy anterior al nacional. Ello no debe extrañarnos, pues en la formación de los oficiales del Ejército era imprescindible el conocimiento astronómico; por cierto, un alumno muy destacado de la Cátedra de Astronomía fue un militar de triste y trágica memoria: el colotlense José Victoriano Huerta Márquez.

La primera mención al saber astronómico la tenemos en una sala engalanada con el magnífico óleo de sor Juana Inés de la Cruz en diálogo con las vitrinas cuyos objetos representan sus intereses espirituales y mundanos. De éstos últimos vemos una esfera armilar, un compás novohispano contemporáneo a la Décima Musa y un magnífico astrolabio datado en 1554 de la manufactura de Gema Frisio y Arsenio Giovani.

Se extraña en tal sala el óleo de don Carlos de Sigüenza y Góngora, amigo cercano de la monja y quien fuera catedrático de la materia de los cielos desde su perspectiva científica en la Real y Pontificia Universidad de México, autor del primer libro de ciencia moderna del continente americano y precursor de la divulgación de la ciencia. Continuará.

@durrutydealba

GR