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Principio de mayoría y democracia

López Obrador se comporta como si fuera el entrenador de un equipo de futbol que perdió un partido: en vez de reconocer que su estrategia falló, y que los jugadores de su equipo no tienen capacidad para actuar de manera espontánea y aprovechar las oportunidades que se les presentan, le echa la culpa al árbitro.

El enojo de López Obrador, y su manera tan visceral de criticar la actuación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que invalidó la primera parte del llamado plan B de la reforma electoral, debido a que la fracción mayoritaria de la Cámara de Diputados no respetó sus propios procedimientos, se explica fácilmente si consideramos que en realidad se rechazó la legislación que él quiso imponer.

Es decir, pese a que afirma que su molestia es porque el Poder Judicial “le corrige la plana” al Poder Legislativo, la realidad es que la SCJN impidió que el Ejecutivo impusiera su voluntad de una manera que daña a la democracia, porque el hecho de que un partido tenga la mayoría legislativa, no implica que en automático tiene la razón. Y menos aún, si los diputados de la mayoría ni siquiera leen las iniciativas de ley para poder votar en conciencia. En este último caso, ni siquiera aplica el principio de la mayoría, sino el de la voluntad de una sola persona: la autocracia.

Precisamente por eso la SCJN ha resuelto, desde 2008, que el procedimiento legislativo definido en la Constitución es la base del régimen democrático, por eso se deben respetar los principios de legalidad, representatividad y democracia deliberativa e informada, y los derechos de las minorías parlamentarias.

Porque, hay que precisarlo, al aprobar la primera parte del plan B, la referente a la comunicación social, no se concedió el tiempo necesario para analizar la propuesta presidencial en las comisiones correspondientes, para determinar si era pertinente o no, si no contenía errores de forma o fondo, y para permitir que se enriqueciera con los aportes de personas u organizaciones conocedoras del tema, y que desde hace varios años han propuesto ajustes a la regulación, para hacerla más efectiva.

Pero como en lo formal es probable que el partido oficial y sus aliados vayan a seguir utilizando su aplastante mayoría, para tratar de imponer lo que su jefe les indique, conviene recordar lo que planteó al respecto el filósofo Max Horkheimer, en su Crítica de la razón instrumental: “El principio de mayoría, al adoptar la forma de juicios generales sobre todo y todas las cosas, tal como entran en funcionamiento mediante toda clase de votaciones y de técnicas modernas de comunicación, se ha convertido en un poder soberano ante el cual el pensamiento debe inclinarse. Es un nuevo dios, no en el sentido que lo concibieron los heraldos de las grandes revoluciones, es decir, como una fuerza de resistencia en contra de la injusticia existente, sino como una fuerza que se resiste a todo lo que no manifiesta su conformidad”.

En otras palabras, corremos el riesgo de que, abusando de la legitimidad obtenida en las elecciones, esa mayoría trate de decidir qué ley respeta y cuándo, y los derechos de quienes respeta. Claro, habrá quien se sienta del lado ganador y desee que eso ocurra, pero la historia muestra que nadie se queda del lado ganador mucho tiempo, por eso necesitamos que el Estado democrático de derecho contenga a las mayorías.

P. D. Desde este espacio manifiesto mi solidaridad con todas las madres que buscan a sus hijas e hijos víctimas de desaparición y me adhiero a su demanda para que nuestras autoridades hagan lo correspondiente para resolver ese problema tan grave.

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Twitter: @albayardo

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