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En examen la comunicación: emisores y receptores

La conmemoración de la Constitución mexicana se llevó a cabo con un paquete de reformas constitucionales que dirige el titular del Ejecutivo al Legislativo, en las que presenta una amplia gama de asuntos de la administración pública que no han tenido resultados efectivos durante los cinco años de la presente administración. Las razones de la falta de efectividad en los temas que se proponen, tienen responsables, las administraciones pasadas y el neoliberalismo.

Parte de los asuntos que se abordan en el paquete de las reformas constitucionales que manda el presidente, entre otros, se encuentra el polémico asunto, no analizado ni técnica ni socialmente, respecto a la reforma del Poder Judicial, así como la desaparición de varios organismos autónomos. De igual forma, está dentro de la óptica de reformas la que plantea que la Guardia Nacional esté bajo el mando de las Fuerzas Armadas de México; la reforma energética para fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) sobre las empresas privadas.

Independientemente del análisis técnico que se pueda llevar a cabo respecto a la posibilidad de que estos proyectos entren en el debate parlamentario correspondiente sin las mayorías que se requiere para su resolución, lo cierto es que la atención mediática que implica la participación activa del presidente, sin deslindarse en lo absoluto de la marca política que representa, implica definitivamente una línea de aguda atención sobre lo que representa ese factor en las decisiones electorales de junio. Finalmente, se trata de una marca política de la que se está generando visibilidad.

En ese sentido, otra de las polémicas propuestas es la de pensiones. Diferentes sectores, con justificados razonamientos, plantean lo complejo de este proyecto que bosqueja una jubilación de 100 por ciento. En efecto, nadie podría considerar que se trata de una impopular medida. Sin embargo, plantea una seria discusión entre diversos sectores que analicen de forma efectiva las perspectivas de esa medida para toda la economía del país. El proyecto fue celebrado por algunos miembros de la oposición porque en la medida en que se trata exclusivamente de un planteamiento mediático, ahora se integran en esa fórmula y la atención se divide entre los emisores del proyecto y las marcas políticas que no difieren de esos principios. El tema comienza y se verá qué sucede con la evolución de este complejo tema.

El volumen y cantidad de información que se va a generar en la fase de la campaña electoral pondrá a prueba a la ciudadanía con el cúmulo de información que se va registrar entre los meses de marzo a mayo. Los llamados medios tradicionales tendrán elementos complejos para resolver en lo que ahora se denomina “tendencias”. Se trata de flujos de información de una temporalidad muy reducida en la exposición de los ambientes de transmisión. Sin embargo, los efectos sociales de las tendencias no desaparecen con su falta de presencia en los medios, es decir, los efectos de lo que se anuncia en las plataformas digitales y redes sociales, no concluyen con la superposición de otros temas, por ejemplo, el tema de las pensiones. Hay efectos sobre la realidad cotidiana.

De manera global, los retos de la comunicación política plantean escenarios en los que hay que revisar varios factores y entre ellos, uno muy importante, la ética de la comunicación. No se trata como en otros tiempos de analizar el comportamiento de las instituciones, sino que, ahora, con la intervención activa en las nuevas plataformas de comunicación, el tema ético implica a audiencias y emisores con lo que, la revisión del comportamiento de las audiencias en su dimensión de participantes activos en la conformación de los contenidos, también se inscribe en un profundo y complejo examen que, en adelante, debemos considerar.

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