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Superposición de agendas

Nos encontramos a una semana de una nueva llamada, sin duda así será, para tratar el tema de los aranceles porque el tiempo que se negoció a principios de este marzo ya llega a su fin y, con ello, nuevamente entrar en una zona de negociaciones para determinar el sentido de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y México.

Las constantes amenazas del presidente estadounidense respecto a la recuperación del rol de liderazgo económico de Estados Unidos que, desde su óptica, se ha desvanecido, y de acuerdo con la narrativa que han puesto en funcionamiento varios miembros de su gabinete, parecería que hay una víctima y se trata del vecino país del norte.

Todo el proceso de reajustes económicos internacionales, de los que ahora se queja el presidente Trump, tienen que ver con la forma en que las economías se desarrollaron después de la Segunda Guerra Mundial y que, una vez concluido el Plan Marshall, el desarrollo de las economías globales, incentivado por los Estados Unidos, la deslocalización y reintegración de cadenas internacionales de producción, colocó de forma extendida, participación de diferentes actores y espacios económicos en los que el rol de las estructuras locales se transformó en líneas diferentes de negociación. Un ejemplo, que es el que más enfatiza el presidente de Estados Unidos, es el de la producción automotriz. La deslocalización de la producción ha generado procesos muy diversificados que hacen que, internacionalmente, haya una conexión eficiente entre varios pasos de producción. Sin embargo, Trump, evocando modelos de los años 50, quiere una relocalización de sus mercados de producción.

El tema arancelario es un complejo conflicto en el que se verán inmersas diferentes economías. El juego de los aranceles se encuentra fuera de la línea de los acuerdos del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. De forma que, la imposición forzosa de estos acuerdos cambia la relación de los tres países aliados.

Por otra parte, la oferta electoral del republicano fue la reconversión de la economía, la contención de la migración ilegal hacia ese país y el tráfico de fentanilo. Bajo esta perspectiva, el castigo por falta de acciones convincentes para los norteamericanos son los aranceles, es decir, no es la producción el elemento central de esta discusión, sino el sostenimiento de sus promesas de campaña.

En nuestro país, los expedientes abiertos para el gobierno federal, además de ese tema internacional, son las políticas de seguridad que cambian todo el espectro que se tenía de la administración anterior y, por otra parte, la elección del Poder Judicial. Se debe añadir, el profundo, grave y complejo problema de Teuchitlán que coloca un tema central: ¿qué papel juega el crimen organizado actualmente en la dimensión nacional y, hasta qué punto, se trata de un escenario en el que no haya involucramiento de autoridades?

Frente al laberinto del tema de las implicaciones que tiene, no particularmente Teuchitlán, sino el complejo fenómeno que representa, las negociaciones de la semana próxima intentarán reorientar la atención a la economía y a la relación con los Estados Unidos. ¿Cuándo se definirán las políticas nacionales de seguridad?

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jl/I