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Organización e información, retos de la pandemia

A lo largo de las semanas en que la emergencia sanitaria se convirtió en realidad en nuestro país, se ha transitado en una espiral intensa, variada y compleja de informaciones que, debido a su diversidad en cuanto al contenido de las mismas, y lo complicada respecto de los actores e instancias de donde proceden, hay una dificultad para comprender y valorar las noticias para las audiencias. 

La importancia que adquirió la declaratoria de la emergencia sanitaria, en marzo, mostró un escenario poco cohesionado en el país para la confrontación del problema. No había una articulación entre lo que se comenzaba a comunicar y las acciones particulares de gestión y administración del problema. Un desafío muy evidente lo ha sido el reto, para el sistema de salud nacional, de orientar recursos materiales y profesionales para enfrentar un problema de crecimiento geométrico desde hace varias semanas. 

El Instituto para la Salud y el Bienestar, el Insabi, antes de la emergencia tenía serios problemas y cuestionamientos importantes, luego de la polémica transformación del modelo de Seguro Popular al Insabi. Independientemente de herencias administrativas, el sistema no se veía robusto frente al reto. 

El abordaje de las políticas de contención de la pandemia se le encargó a la Subsecretaría de Salud. El esquema de información que se puso en funcionamiento es de una importancia cardinal y de gran mérito. El problema es que, con la ampliación de los efectos de la pandemia, la cantidad y complejidad de temas colaterales incorporados, no había una estrategia clara como en el caso de salud. En el arranque, el subsecretario Hugo López-Gatell se perfiló sobre un enfoque médico y técnico que proporcionaba recapitulaciones importantes para comprender el ingreso y expansión de la pandemia. Pero, al integrarse varios asuntos adyacentes relacionados con la progresión de la emergencia, como el empleo, la economía, la seguridad, la movilidad y el desplazamiento de la gente, así como los planes de contención de la emergencia, entonces el modelo de información se vio rebasado. El problema no era el esquema, sino la falta de estructura de un modelo articulado de operación institucional. 

Varios secretarios y áreas de gobierno han tenido una serie desarticulada, y por momentos contradictoria, de intervenciones, que han sumado mucho a la confusión. 

De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) de 2019, 70 por ciento de la población en México es usuaria de Internet. Las áreas de mayor importancia para las que se usan esas tecnologías son entretenimiento, obtención de información, comunicarse y acceder a redes sociales. La dimensión en la que circula la información y se distribuyen contenidos, opiniones, informaciones sin una mediación estructurada que verifique la confiabilidad informativa se disemina en una amplia zona que implica más o menos a 89 millones de usuarios. 

La importancia de articular políticas, no solamente de contención, sino de proyección sobre los dos temas de preocupación planetaria, la salud y la economía, no tiene aún ecos claros en nuestro país y, en consecuencia, nada se puede decir en esa dimensión estructural de la política o las políticas que se consideren para el abordaje del día después. La prospectiva sobre este aspecto tiene a los diferentes países en un trabajo profundo de rescate, sostenimiento y proyección de las economías. Esa responsabilidad no le corresponde al subsecretario de Salud, sino a un agudo y concertado trabajo de gabinete que, hasta el momento, no ha logrado articular un esquema comprensible de gobierno. 

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