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Educar para la paz y convivencia social

Durante la pandemia de Covid-19 niños, niñas y jóvenes se enfrentaron al desafío de atender la formación a distancia sin contar con los medios para ello. Además de la deserción escolar, otros problemas que se mostraron fueron el incremento de la violencia doméstica y el rol de cuidados familiares que se recargó en adolescentes mujeres para la atención de adultos mayores y de la niñez. Las desigualdades que se visibilizaron en estos dos años de pandemia en materia educativa deben ser atendidas en el marco de la propuesta de reforma curricular que el gobierno federal ha puesto en marcha. 

Desde 2019 la Constitución incluye contenidos formativos en la educación vinculados a perspectiva de género, cultura de paz, derechos humanos, dignidad, igualdad sustantiva, interculturalidad e inclusión, que fortalecen los principios establecidos anteriormente como orientación laica, humanista, solidaria y educación científica que permita contrarrestar la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. 

Pasar del contenido constitucional al diseño de los planes y programas de aprendizaje, capacitación docente y creación de materiales para la enseñanza es un proceso complejo que no se ha concluido, el gobierno federal ha lanzado una propuesta que cuestiona el modelo de competencias y el practicismo que llevó a educar para el mercado y no para la formación integral del ser humano en consonancia con las necesidades de su persona, familia y sociedad. 

La propuesta de proyecto educativo lleva tres años desarrollándose, se ha sometido a diversas consultas públicas y debe concluir en un nuevo marco curricular y planes de estudio. Los documentos de trabajo son públicos y se pueden consultar en la página de la SEP. El tema es de la mayor relevancia, pues no se trataría de incluir mejoras al currículo, sino de propiciar una transformación integral teniendo como ejes principales que niñas, niños y adolescentes desarrollen autonomía y pensamiento crítico; formar seres humanos conscientes del respeto a la naturaleza y fortalecer el conocimiento en campos formativos integrales y no disciplinares. 

La propuesta ha despertado polémica, hay cuestionamiento al poco tiempo para lograr una verdadera reforma integral y a la organización educativa por fases o etapas, sin embargo los cambios son urgentes, por ejemplo se habla de transformar un sistema que ha llevado a los estudiantes a realizar las tareas únicamente en función de la calificación, escuchar pasivamente la clase, estudiar sólo para exámenes y completar ejercicios predeterminados en libros; en el proyecto educativo propuesto se cuestiona la construcción de una relación pedagógica vertical que deja de lado la posibilidad de construir saberes en colectivo y en comunidad. 

El modelo educativo que implementaron los gobiernos neoliberales es un fracaso, no solo porque México ha sido evaluado en los últimos lugares de los países de la OCDE en comprensión lectora y matemáticas, sino que al enfocarse casi por completo a la capacitación para el mercado ha dejado de lado la formación de personas con sentido comunitario, que además de beneficio personal sean conscientes de la vida en colectividad y el respeto a los seres vivos. 

Independientemente de los aciertos o no que pueda tener el proyecto de reforma educativa que se impulsa, es necesario dialogar sobre el modelo educativo que se requiere para el país y más cuando en sectores de la sociedad prevalece un pensamiento orientado a la discriminación, homofobia, clasismo, misoginia y racismo; la educación es una herramienta clave para pensar la paz en consonancia con los derechos humanos, perspectiva de género e inclusión. 

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