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Teuchitlán: nombrar la violencia

Con los hallazgos de Teuchitlán en el centro del debate y la noticia nacional, y apenas a unos kilómetros del predio Izaguirre, que mostró el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco a principios de marzo, se ha informado que la Guardia Nacional habría descubierto en enero de 2025 otro centro de reclutamiento en la comunidad de La Vega, también en Teuchitlán. En ese lugar, personas que habían sido atraídas con falsas ofertas de trabajo fueron liberadas.

El colectivo Altos Sur en Busca de Ti denunció en 2020 un sitio con características similares a los encontrados en Teuchitlán, pero en Tepatitlán. Sin embargo, pese a su insistencia, las autoridades estatales acudieron hasta 2021 y nunca informaron sobre hallazgos o peritajes realizados. La nota ha vuelto a recordarse porque en ese caso, el predio tampoco fue procesado adecuadamente.

Lo que podría identificarse como una red de centros de adiestramiento o reclutamiento forzado por parte de grupos criminales lleva operando en Jalisco desde hace muchos años. Con el caso Teuchitlán han circulado testimonios, notas de prensa e investigaciones que lo ratifican, solo en 2017 se localizaron en Tala diversos sitios que en su momento llamaron “campamentos de entrenamiento”.

Uno de los primeros hallazgos de este tipo en México, calificado como “centro de exterminio”, ocurrió en Coahuila en 2015. Fue el grupo de búsqueda Vida el que encontró al menos 50 mil fragmentos óseos en el Ejido Patrocinio, en la localidad San Pedro. Al ampliar la búsqueda, identificaron en entornos cercanos al menos 24 sitios positivos. Diez años después, el procesamiento de estos lugares continua, aunque debido a la incineración y las condiciones climáticas del desierto, pocos perfiles genéticos han podido ser recuperados. Aun así, las familias siguen exigiendo a las autoridades procesar todos los restos encontrados.

En un comunicado sobre el hallazgo en Teuchitlán, el Comité Universitario de Análisis en Materia de Desaparición de Personas llamó a evitar la discusión respecto a si fue un centro de adiestramiento criminal, un centro de exterminio o ambos. Según el comité, este debate es inadecuado porque oculta la magnitud de la violencia ejercida, sus múltiples formas y los procesos de victimización que generó. “Teuchitlán fue, al mismo tiempo, un centro de privación de la libertad, de trata de personas, de tortura, de esclavitud, de asesinato brutal, de agresiones y humillaciones, de inhumación clandestina, de destrucción sistemática de restos humanos, de daño a la salud mental y de probables abusos sexuales”, señaló el comunicado.

El compromiso de las autoridades debe ser el reconocimiento e investigación de todos los delitos cometidos en ese lugar. Además, se requiere deslindar responsabilidades por posibles omisiones en el procesamiento del predio y, sobre todo, buscar a quienes pudieron haber sido retenidos allí. La transparencia en los avances de la investigación es una deuda con las víctimas y con la sociedad.

Las autoridades deben poner en el centro de la investigación a las víctimas, sus familias y a los colectivos que con su esfuerzo permanente han develado estos centros de horror que se encuentran desde hace años en nuestra entidad y en diversas regiones del país. También alertar a la población, particularmente a la juventud, de falsas ofertas de trabajo que los ponen en riesgo.

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