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Los López amparándose
Porque nos la quitaron
Hace 47 años, el peso mexicano tuvo una brusca devaluación, pues pasó de 12.50 a 20.60 pesos por dólar, lo que representó 64.8 por ciento de devaluación en un solo día.
Eran los años del presidente Luis Echeverría Álvarez, y que en la década siguiente continuarían, con la crisis de la deuda externa de 1982 en la época de López Portillo y la crisis bancaria de 1994, con Ernesto Zedillo. Surgió así en esa época la frase: “Presidente que devalúa, se devalúa”.
Una devaluación afecta a la población con pérdida de poder adquisitivo, sobre todo a los empleados con ingresos. Cuando el valor de la moneda baja, la población pierde poder de compra. Si antes un determinado producto se adquiría con una determinada suma de dinero, la devaluación origina que se necesite más para adquirir el mismo producto, entonces se experimenta una disminución del poder adquisitivo, y es generadora de pobreza, pues sufren los salarios y disminuye el ahorro.
Al inicio de la actual administración estaba en 20.24 pesos y la cotización máxima histórica del peso mexicano frente al dólar fue de 25.1185, tipo de cambio del 24 de marzo de 2020, en los inicios de la pandemia.
Ayer, 6 de marzo, en promedio, el tipo de cambio peso-dólar se encontraba en 18.0552 por billete verde. A la compra en 17.6774 pesos y a la venta en 18.4331 pesos por cada dólar.
Según los expertos, esto ayuda a reducir las presiones inflacionarias que enfrenta la economía mexicana, pero no las resuelve, en un contexto de nulo crecimiento económico.
Nuestra economía tiene más dólares, es decir, entran más de los que salen, y el tipo de cambio se flexibiliza. Sin duda que un elemento importante para esta revolución del peso, es el ingreso de remesas que los migrantes envían a nuestro país. Las remesas tienen más valor y hacen que los beneficiados aprovechen más el dinero que reciben del exterior.
Según los especialistas en economía mexicana, el incremento de estas remesas, representan 6 por ciento del PIB, dinero de los paisanos que permite que la economía interna se mueva, y que ubica a México como el segundo país del mundo que más las recibe, únicamente superado por la India.
Los migrantes mexicanos son los mejores metedólares, según el economista Ignacio Román Morales, por esa vía se llegan a captar alrededor de 60 mil millones de dólares e indica que otras fuentes presumibles de dólares en Jalisco son las exportaciones de productos agrícolas.
Esta revaluación del peso abarata las importaciones, sobre todo en los sectores que importan alimentos, maquinaria, equipos y bienes de consumo duradero. Esto último es importante pues la economía mexicana importa alimentos, bienes intermedios para exportar manufacturas, maquinaria, equipo y bienes de consumo, y puede atraer inversiones extranjeras. Y sin duda se beneficia el sector turístico.
Para algunos, esta situación del peso es un arma de dos filos: un peso más débil hace los productos de exportación más atractivos para los extranjeros, mientras que un peso fuerte ejerce menos presión inflacionaria en los mexicanos de clase media y popular, y sin duda, lo mejor es siempre un peso estable.
Para el economista Román Morales “el bienestar no depende finalmente de cuánto podamos comprar, sino de cuánto podamos producir sin destruir el medio ambiente ni agotarnos nuestros recursos”.
Y argumenta que el bienestar también depende de cómo repartimos los beneficios de lo producido. “No estamos en una expectativa de crisis, pero eso no significa que vayamos ‘requete muy bien’”.
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