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La relevancia del segundo debate

Durante este periodo de campañas oficiales de acuerdo con lo estipulado por el INE, no se ha logrado establecer un mecanismo claro que identifique, de forma nítida, el contenido de las plataformas que las y el contendiente tienen para ofrecer al electorado. Con considerables diferencias, se han abocado a un ensayo constante de conectar, no con la racionalidad, sino con las emociones de los electores y, sobre este plano, la utilización de estrategias a partir de diferentes modelos y plataformas electrónicas se han movido con resultados aún abstractos.

Desde hace algunas elecciones, el tema de los resultados que se derivan de las encuestas constituye un eje medianamente interesante para medir el desempeño de las candidaturas en el ánimo de los votantes. Sin embargo, desde el uso reiterado de esta técnica, los resultados prácticos de las votaciones, han mostrado diferencias considerables con las predicciones elaboradas a partir de los modelos de reflejo de la intención de voto. La metodología de las casas encuestadoras y la proliferación de éstas han generado un uso desordenado y difícil de interpretar, comprendiendo los sesgos que cada una de estas empresas comunican a las audiencias.

El uso de las tecnologías de la información y comunicación aparentemente constituye un eje muy importante para llegar a establecer mensajes a las audiencias jóvenes, que están por participar en sus primeras elecciones. Barack Obama desarrolló una forma de comunicación política a través de las plataformas electrónicas y posteriormente Donald Trump trabajó muy intensamente sobre esta misma tecnología agregando un componente importante como lo fue la “posverdad”. En los dos casos, un elemento que se destacó, entre varios otros, fue el hecho de poder comunicar a través del encuentro con las emociones de los electores, es decir, que hubo un fenómeno en seguir a candidatos con propuestas más bien pobres, pero que lograron tocar las fibras emocionales. El distanciamiento del círculo cerrado de los partidos con los electores se evidencia cada vez más durante las elecciones.

A diferencia de los anteriores sexenios, el cierre de éste tiene un dinamismo y una proyección que definitivamente desconcierta a propios y extraños. El torrente de iniciativas que se han enviado a la oficina de procesamiento de las mismas, es decir, la mayoría del Congreso, busca incorporar líneas de proyección de una gestión, que aunque se mantenga el partido tendrá a una presidente que ejercerá sus funciones de representación de acuerdo con el sentido del voto mayoritario que la proponga. O bien, tratando de circunscribir el rango de acción en caso de que sea la otra opción la que se establezca en la Presidencia.

El desarrollo del cierre del proselitismo contará con el segundo debate entre las candidatas. Por una parte, la candidata oficial en el marasmo declarativo del presidente en funciones y, por otro, la candidata de oposición que llega al último momento estratégico de marcar la diferencia, no solamente con ataques, sino con un mensaje claro que convenza a los electores. El tercer debate será solamente de trámite y ahora el reto es marcar un mensaje relevante y claro que debe superponerse al ruido mediático de la actual administración.

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