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Jueces nuevos renunciando
Porque nos la quitaron
Sucede en todas las ciudades. Pero no es una falla, sino todo un problema estructural. Por su dimensión alcanzada es también una gran veta para la acumulación. En esta metrópoli llevamos varias décadas hablando de cómo afrontar el tema de la producción de basura que, como se sabe, es muy similar al de cualquier otra ciudad de país. No todos producimos igual cantidad de basura, pero, cuando se distribuye entre el total de la población, nos dicen que, desde que se impuso el modelo consumista y despilfarrador, cada uno de los habitantes producimos un kilo de basura diariamente.
Este tema que nos enferma con malos olores y contamina el agua con sus lixiviados nos lo presentan de manera tan compleja que pareciera irresoluble. Tal como si fuera otra factura que hay que pagar por vivir en las conurbaciones. Llevamos, de menos, medios siglo hablando de ello y, hasta hoy, por sobre todas las promesas gubernamentales y los discursos ambientalistas, lo único que vemos en su incremento y sus impactos ambientales y políticos.
Las autoridades de Guadalajara y Jalisco no siempre lo han considerado como problema prioritario, pero ahora, en pleno siglo 21, cuando ha devenido en otra de las nocividades ambientales afirman que sí, pero no lo demuestran. Como sucede frente a las problemáticas ambientales solo siguen hablando y fingiendo.
Esta cuestión, sin embargo, por las cantidades extraordinarias que se producen de basura y su falta de tratamiento ha puesto en jaque a los gobiernos, a las empresas privadas, a las ciencias y tecnologías ambientales y, sobre todo a las poblaciones y cuerpos de agua aledaños a los basureros donde son amontonadas, dicen, en rellenos sanitarios.
Las poblaciones de la barranca del río Santiago en múltiples ocasiones han protestado por los daños causado a su salud y a sus territorios por las basureras contaminantes.
Me queda claro que tenemos el conocimiento, las tecnologías y la economía necesarios para resolver este problema derivado de la sociedad consumista y despilfarradora. Tengo dudas de que el conjunto de municipios metropolitanos, con o sin apoyo federal, sean incapaces de atender debidamente esta problemática con un sentido de servicio público y ecológico o sustentable.
Creo que parte central del problema es que siguen atrapados por el discurso empresarial que hace más de treinta años ha demostrado con creces su incapacidad, ineficiencia y corruptibilidad que, con razón, achacaban a lo público. Pronto aprendieron.
El caso de la impresentable empresa Caabsa Eagle ha constatado lo anterior. Tan solo entre 2018 y 2024 los habitantes de Guadalajara, a través del ayuntamiento, le han pagado más de 2 mil 500 millones que, por supuesto, no corresponden con el servicio recibido.
Caabsa, con su desempeño en Guadalajara, ha confirmado con creces que la basura es una gran vía para la acumulación. Y esta se acrecienta, en tanto que cobra caro, no cumple sus compromisos contratados, pero los gobiernos igual le siguen pagando. Sorprende que aún tengan dudas. Deberían mandarla a volar.
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GR