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Elecciones y vacunas

Una costumbre muy arraigada entre quienes se consideran “creadores de opinión pública” es iniciar el año señalando los temas que suponen estarán en la agenda política que guiará el hacer de la sociedad. El título de esta columna alude a dos temas que ya están siendo posicionados como centrales para el año que inicia, negando con ello mucho de lo dicho durante el año pasado cuando se proclamó a los cuatro vientos que los efectos del Covid-19 nos estaban dejado múltiples enseñanzas sobre lo que ya no deberíamos hacer, habiendo caído en cuenta que la continuidad de la vida está amenazada por el sistema mismo. 

Sin embargo, conforme han transcurrido los primeros días del año, la clase política, impertérrita y cínica, pretenderá embarcar a la sociedad en otro proceso electoral como si no importaran los más de 130 mil fallecidos por Covid-15 o sí, pero sólo con fines propagandísticos electoreros. En este escenario, los gobernantes y quienes los acompañan se pintan solos: el gobernador Alfaro niega cualquier error en el manejo de la pandemia a pesar de la saturación de los hospitales, y que sus diferendos con el gobierno federal han complicado que los recursos fluyan adecuadamente. 

Tampoco acepta que el principio de la defensa de la economía, léase la presión de los empresarios, se impuso sobre la necesidad de asegurar condiciones para que la gente trabajadora pueda quedarse en casa. Visto así, no es casualidad y mucho menos una fatalidad, que la inmensa mayoría de los fallecidos sean de las clases populares. En resumen, para Alfaro la situación actual no es “ni preocupante ni obscura”. AMLO, por su parte, sigue tan campante sin cubrebocas en todo tipo de actos públicos. No sólo por eso, sino por su empecinamiento en sostener megaproyectos como el tren maya y el Proyecto Integral Morelos a pesar del rechazo popular, su frase preferida, “primero los pobres”, suena cada vez más hueca. 

Iniciando 2021 las recomendaciones por parte del gobierno siguen siendo exactamente las mismas: lavarse las manos continuamente, mantener sana distancia y confinamiento. Siguen haciendo estos llamados, pero contradictoriamente no se han planteado generar las condiciones sociales para que eso sea posible. De esta manera, su mayor apuesta se reduce a que las vacunas logren contener al virus. Al menos al SARS-CoV-2 porque, como se previó, ya se anuncia una nueva cepa de virus con mayor capacidad de contagio. Desde luego su mayor apuro es que esto suceda antes del proceso electoral. 

Al final de cuentas la pandemia y sus efectos hasta ahora conocidos no fueron suficientes para que los gobernantes y toda la clase política pusieran en cuestión, o de menos en pausa, muchos de los megaproyectos que afectan a la madre tierra, que dañan los bienes comunes naturales y que, en conjunto, debilitan el sistema inmunológico de las personas y facilitan la propagación de los virus. Ni por error, ningún gobierno, ha tocado este punto central. Los planes de desarrollo han sido mantenidos en todos sus puntos y comas. Más aún, en plena pandemia, aprovechándose de ella, el capital ha acumulado sus mayores ganancias a costa de la muerte y el dolor humano y las prácticas de la clase política muestran que ellos seguirán haciendo exactamente lo mismo. 

Por eso las diferencias políticas son cada día más abismales. Eso, lo sabemos, tampoco les importa hasta que estallan los sucesos. En términos metafóricos podríamos decir que la otra esperanza es que en la sociedad descubramos pronto una vacuna contra el espectáculo político-electoral que siguen montando. ¿Hay otros caminos? Por supuesto, y de ellos iremos platicando en posteriores entregas… 

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jl/I