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Misterio venusino: 380 años

La Luz cenicienta, un débil resplandor o coloración del lado nocturno de Venus, se ha discutido desde que Riccioli lo informó en 1643. Desde entonces, se ha visto con frecuencia, aunque intermitentemente, bajo varias formas; y aunque se ha sospechado la ilusión (por ejemplo, un efecto de contraste), los observadores a menudo han apoyado su realidad como un fenómeno físico del planeta.

William Sheehan, Klaus Brasch, Dale Cruikshank & Richard Baum; ‘Journal of the British Astronomical Association’, vol. 124, no. 4, August 2014, p.209

 

Imaginemos un cielo nocturno prístino, sin contaminación lumínica, quizá parecido al observado por Giovanni Battista Riccioli (1598-1671) el 9 de enero de 1643 cuando percibió “un tenue resplandor metálico (dorado o cobrizo) en el lado nocturno de Venus. En ese momento, el lado visible del planeta estaba iluminado en un 28 por ciento” según relatan William Sheehan y Klaus Brasch en el blog SkyNews (Jan 28, 2015); lo observado por el jesuita y profesor de Teología en la Università di Bologna permanece como uno de los misterios sin resolver de la Astronomía planetaria.

No estamos ante un fenómeno inicialmente reportado por un observador sin experiencia, pues el padre Riccioli, además de su sólida formación humanística y teológica como jesuita, fue encomendado por sus superiores a realizar investigación astronómica y en virtud de ello construyó un observatorio astronómico en el Colegio de Santa Lucía de la primera universidad europea.

Sobre el trabajo experimental del también pionero en los estudios de la Luna, de hecho gracias a las observaciones compartidas por la extensa red de observatorios astronómicos jesuitas, pudo componer una tabla con 2 mil 700 objetos lunares, nos cuenta su biógrafo Joseph F. MacDonnell, quien fuera profesor en la Holycross University de Massachusetts: “también hizo muchas mediciones importantes para refinar sus datos astronómicos existentes... fue más allá del trabajo preliminar de Galileo Galilei y logró perfeccionar el péndulo como instrumento para medir el tiempo” (Biographical Encyclopedia of Astronomers, Springer, 2014, pp. 1828-1829).

En el artículo de Sheehan y colaboradores se hace un exhaustivo recuento sobre las observaciones de la luz cenicienta en Venus, incluidas la peculiar ocasión en que se verificó un tránsito de dicho planeta frente al disco solar en 1882. Con el advenimiento de la Astrofísica surgieron posibles explicaciones, como la teoría de emisión térmica y la teoría de emisión del oxígeno, pues recordemos que gracias a las observaciones telescópicas de los tránsitos de Venus se supo de la existencia de la atmósfera venusina, la cual pudo estudiarse con más precisión gracias a las sondas enviadas en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado.

Al misterio de la luz cenicienta calificada de una ilusión por los autores del artículo ha de sumarse el misterio de cómo se conformó la composición química de la densa atmósfera venusina y su dinámica.

Twitter: @durrutydealba

jl/I