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Campañas, medios y credibilidad

Los medios informativos del país se encuentran en una encrucijada relevante de cara al intenso proceso electoral en marcha. La cobertura periodística que realizan está inmersa en distintas problemáticas que padecen: financieras, de ataques desde el poder, de violencia contra los periodistas, de definiciones editoriales, de condiciones laborales y de credibilidad. No resulta fácil para propietarios, directivos, editores, reporteros y trabajadores de la información, navegar en medio de tormentas que bambolean las, en muchos casos, frágiles embarcaciones.

Los medios informativos son un sistema que continúa en el país con reacomodos al nuevo entorno económico, tecnológico, político, social y cultural, enfrentando numerosos retos para mantenerse y/o sobrevivir. Las respuestas han sido variadas, en un intento de hallar posibles soluciones. La más trágica es cerrar, ante la inviabilidad financiera. La segunda opción dolorosa es recortar personal, achicar redacciones, disminuir o congelar sueldos, hacer más con menos.

Las versiones impresas van a la baja. Los tirajes disminuyen, con el papel cada vez más caro; los anunciantes se reducen; son insuficientes las suscripciones; las autoridades federales, empezando por la Presidencia de la República, y las estatales, atacan a medios informativos críticos; hacen un manejo discrecional de los recursos destinados a la publicidad y castigan retirándola, pero alientan a los alineados o con los que sostienen una relación de beneficio mutuo.

La violencia contra periodistas nadie la para: el sábado apareció sin vida el corresponsal de La Jornada en Nayarit, Luis Martín Sánchez Íñiguez. El periodismo que investiga las ligas de corrupción e inseguridad pública es blanco del crimen.

Los impresos se adaptan a las versiones digitales, a las redes sociales, a nuevas plataformas, donde compiten con activos medios emergentes y con influencers que se hacen pasar como periodistas.

Los medios tienen la oportunidad de revisarse, renovarse, mejorar prácticas editoriales, asomarse a otras experiencias, aprender del día a día. La autocrítica no es su fuerte, aunque es un ejercicio necesario para sortear la crisis.

En periodos históricos o coyunturas la visión editorial de casi todos los medios se aleja de lo que sucede en las entrañas de la sociedad, de las mayorías, y se centra en las élites. La vinculación que llega a simbiosis determina su posición editorial. Así, medios van por un lado, y cambios sociales, por otro. Editorialmente, la mayoría son de derecha o de centro derecha. Faltan voces de izquierda. La pluralidad del país tiene poca correspondencia en una pluralidad mediática. Fundamental en la disputa electoral será siempre el rol crítico mediático, ajeno a cualquier partido o autoridad. Sin embargo, hay dueños y directivos que encienden sus velas por posibles candidatos, una práctica abierta o simulada, que incide en la política editorial.

La credibilidad de los medios, ligada a la confianza, está en permanente juego. Los estudios muestran cómo sigue disminuyendo. México registra un declive de la confianza en las noticias, que bajó de 50 por ciento en 2019 a 36 actualmente, revela el reciente Digital News Report 2023. De ahí que debilitar la credibilidad, como práctica autoritaria gubernamental, es tocar el corazón del periodismo. Recuperar la confianza es vital.

A la par otros factores contribuyen a reducir el interés por la información producida por los medios. La baja en la credibilidad tiene diversas causas, como un público que sigue más a personajes famosos que a periodistas, y que se considera informado por usar las redes sociales, donde abundan noticias falsas o manipuladas; o los cada vez más pequeños y cansados cuerpos editoriales, por ejemplo.

Analizar la crisis mediática podría hacerlo por lo menos el gremio, en su mayoría pujante, que con estoicismo enfrenta difíciles condiciones laborales, investiga entre la opacidad dominante y que con riesgos ejerce dignamente la profesión.

Twitter: @SergioRenedDios

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