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La revolución de los “zánganos”

¡Fuera Turquía de Rojava!

¡Zánganos! Así llamó el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, a los indígenas del país que dice gobernar. Y ellos, con el humor que produce el placer de las protestas sociales, aceptaron que sí, que lo que estaban haciendo era la “revolución de los zánganos”. 

Pero esta revolución no fue fácil. Las imágenes que pudieron verse en YouTube y escucharse en los audios a través de WhatsApp y otras redes sociales, sobre todo en la ciudad de Quito, son brutales. De un lado las calles inundadas de indígenas protestando y exigiendo al presidente que derogara el decreto 883 popularmente conocido como El Paquetazo, derivado del crédito otorgado por el FMI al gobierno y que incluía entre otras medidas la eliminación al subsidio de los combustibles, lo que derivó de inmediato en el alza del precio del transporte; una reforma laboral que reducía 20 por ciento el sueldo de los servidores públicos y el incremento del precio de los alimentos de la canasta básica. Y, por otro lado, frente y contra ellos las tanquetas militares y los miles de efectivos de las fuerzas represivas ejerciendo la violencia con la mayor impunidad, lo cual había dado como resultado hasta el viernes 11 de octubre, de menos siete muertos, 500 heridos y más de mil detenidos. 

La protesta a estas medidas la iniciaron los transportistas, pero rápidamente los indígenas se convirtieron en los protagonistas centrales. Así, ante la llegada de aproximadamente 20 mil indígenas a la ciudad de Quito, el gobierno prefirió trasladarse de la capital a la ciudad de Guayaquil, y decretar un toque de queda. La respuesta guerrera del supuesto presidente progresista provocó que a la demanda inicial de la derogación del decreto 883 se sumara la destitución de funcionarios de alto nivel involucrados directamente en la represión. Hay que recordar que, en materia de renuncias, sobre todo de presidentes, los indígenas ecuatorianos son expertos. 

Desafortunadamente para los gobiernos autoritarios, los cercos informativos que imponen al callar los medios de comunicación de paga o comerciales y que estos mismos lo permiten, ya no funciona cuando en la actualidad la sociedad organizada se pone en acción y en un acto paralelo se apropia de las redes sociales transformándolas en alternativa comunicativa. Pero, ojo, no es que las redes sociales constituyan y sustituyan a los sujetos sociales colectivos, sino que éstos las han convertido en herramientas excepcionales. Es falsa la idea que sugiere como suficiente disponer de un teléfono inteligente o una computadora para generar un movimiento social y la rebelión ecuatoriana lo demuestra. 

En el Ecuador, durante una semana, los diversos pueblos originarios organizados fundamentalmente en la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) hicieron retroceder al gobierno después que éstos se sintieron traicionados por él, prácticamente desde que asumió el poder y ahora al aceptar los dictados del FMI. Nada asegura ahora que el presidente pueda sostenerse en esa posición. Su debilidad es evidente. Los indígenas ecuatorianos, en su historia, habían demostrado su gran capacidad de movilización y resistencia cuando, por ejemplo, lograron destituir a los presidentes Abdalá Bucaram en 1997 y Jamil Mahuad en 2000. Hoy lo ratificaron obligando al presidente Lenín Moreno a derogar el decreto 883, impuesto por el FMI, lucha con la cual se fortalece la luz de la esperanza que han mantenido encendida en este continente los pueblos originarios.

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da/i