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El diablo está en la pregunta (y la promoción)

De los mecanismos de democracia directa (MDD) más frecuentados en el mundo, la revocación de mandato es el menos socorrido (a diferencia del referéndum, el plebiscito y la iniciativa popular). Suiza, campeona en participación ciudadana, incluye entre su MMD la revocación, pero no ha sido muy bien acogida en sus cantones (salvo en el de Ticino) y generalmente se usa cuando otros mecanismos de rendición de cuentas y responsabilidad política (accountability) o procedimientos judiciales han sido infructuosos para deshacerse de políticos incompetentes y/o corruptos. Aun así, poco es usado este MDD. 

Aunque se piensa que el origen de la revocación es en ese país europeo, en realidad es posible encontrarlo en las colonias americanas, especialmente en Massachusetts, donde su legislación establecía que a sus asistentes electos deberán observarse “la causa de cualquier defecto o mala conducta para remover a uno o más (de ellos)” (1631), pero no por los electores, sino por el cuerpo legislativo. Sin embargo, este recurso cayó en desuso en ese país para ser resucitado a principios del siglo 20. 

El estado en EUA que más ha recurrido este MMD es California para destituir alcaldes y gobernadores (allá le llaman recall) donde, después de 36 intentos infructuosos, fue usado para destituir en 2003 al gobernador Gary Davis, que luego fue sustituido por el actor Arnold Schwarzenegger (curiosamente, protagonista del film de 1990 Total Recall). Los motivos de su remoción fueron la “incapacidad para administrar adecuadamente el presupuesto del estado, crisis energética, conspiración de la derecha e incompetencia”. La revocación de su mandato estuvo fundamentada en el pobre desempeño gubernamental percibido por la ciudadanía. 

De acuerdo con las más recientes evaluaciones demoscópicas de la popularidad del presidente López Obrador, los encuestados otorgan 55-65 por ciento de aprobación, lo que hace que solicitar una revocación se convierta en la realidad en una ratificación: de antemano se entiende que, como ocurrió con la fallida consulta popular, se obtenga más de 90 por ciento de ratificación (y con muy escasa participación), ante la pregunta: “¿Estás de acuerdo en que (nombre), presidente/a de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de confianza o que siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?”. 

La conjunción “o” indica alternativa entre dos acciones, cuando la pregunta debería terminar antes de la “o” para que la respuesta fuera “Sí” o “No”. Triste papel del grupo parlamentario y sus incondicionales. Además, de la controversia constitucional (sin considerar la no retroactividad de la ley) con el apartado 7 de la fracción IX, párrafo segundo: “El instituto y los organismos públicos locales… promoverán la participación ciudadana y serán la única instancia a cargo de la difusión de los mismos” y el párrafo tercero: “Ninguna otra persona física o moral… podrá contratar propaganda en radio y televisión dirigida a influir en la opinión de los ciudadanos y ciudadanas”, dado que los partidos podrán promover la participación ciudadana, sin poder “aplicar los recursos derivados del financiamiento público (o) privado”. ¿De dónde sacarán el dinero para la promoción? De seguro harán una coperacha entre morenistas y el pueblo bueno. 

El grupo parlamentario de Morena se salió con la suya y, otra vez, no cambiaron ni una sola coma de la iniciativa y cumplieron el capricho presidencial. Tal parece que quienes saldrán empoderados serán los partidos y el presidente, pero no los ciudadanos. 

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jl/I