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La mejor política exterior es la interior 

Ayer jueves se llevaron a cabo tres reuniones importantes del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en Washington: la primera con el ministro Justin Trudeau; luego con el presidente Joe Biden; y la última, la cumbre trilateral entre los tres mandatarios para evaluar el Tratado de México, Estados Unidos y Canadá. Esta visita es apenas la tercera vez que AMLO viaja al vecino país del Norte en tres años. El primer mandatario mexicano ha sido reticente para realizar viajes al extranjero: en este escenario, difícilmente lo hará en lo que resta del sexenio, a no ser que sea a ese mismo país. 

Esto no debe sorprender dado que, durante la campaña electoral, fue claro cuando afirmó que “la mejor política exterior es la interior”. Aduce que prefiere atender los problemas del país; que en las relaciones internacionales de México se recuperarán los preceptos establecidos por la Doctrina Estrada y los principios de la no intervención. Sin embargo, dicha política no ha estado exenta de contradicciones y polémicas. 

En principio, AMLO solicitó al papa y a España que pidieran perdón a los pueblos originarios de México por los abusos cometidos durante la Conquista. El gobierno español respondió “con toda firmeza” que la carta enviada por el presidente mexicano (parece que el trasfondo es con las empresas españolas establecidas en nuestro país que han “saqueado a México”). Por otro lado, no ha querido comentar las protestas ciudadanas de mayores libertades en Cuba, ni el proceso electoral en Nicaragua; pero afirmó que exhibirá a los legisladores norteamericanos si no aprueban la regularización de migrantes. 

En abril pasado en la Cumbre de líderes sobre el clima y siendo México uno de los países latinoamericanos con más emisiones de efecto invernadero no se comprometió a reducir los gases contaminantes, ni mencionó como alternancia las energías renovables, pero sí combatir el cambio climático como solución a los orígenes estructurales de la migración. Y sus participaciones en otras conferencias vía Zoom no han sido destacadas ni trascendentes; más bien fueron poco coherentes. Se ve que no es lo suyo. 

No acudió a la Cumbre del G-20 en Roma el 30 y 31 de octubre; tampoco a la más reciente cumbre del clima celebrada en Glasgow, en Escocia; pero sí al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en New York, a donde no asistió ningún otro mandatario. Ahí presentó su Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar (parecida a la carta del ex presidente Echeverría). De inmediato, los representantes de China y Rusia respondieron que no acompañarían esa propuesta dado que no era el foro indicado y sería invadir las soberanías de otros países. 

En efecto, el Consejo de Seguridad de la ONU tiene como objeto determinar cuándo y dónde desplegar operaciones de mantenimiento de la paz en conflictos internacionales, no era el foro apropiado; en especial cuando México no sale bien librado en evaluaciones al respecto: en el Índice de Estado de Derecho 2021 México ocupa el lugar 113 de 139; y en el Índice Paz Mundial 2021 nuestro país está ubicado en la posición 140 de 163 naciones (solo por encima de Colombia y Venezuela). Si la “mejor política exterior es la interior” hay un serio problema para promover la paz mundial, cuando nuestro país tiene serios problemas de seguridad, corrupción e impunidad. 

En fin, las demandas de seguridad, el combate a la corrupción, acometer el cambio climático (renunciar al uso de combustibles fósiles y promover la generación de energías renovables) requiere más que solo buenas intenciones: es obligado predicar con el ejemplo. 

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