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Galileo en Roma

Por fin, el 13 de febrero, primer domingo de Cuaresma, el polvoriento carruaje de Galileo se detuvo delante de la entrada de piedra de Villa Médicis; allí quedó al cuidado de Niccolini.

Nigel Calder en ‘Galileo. El genio y el hombre’, Ediciones B, Barcelona (1996), p. 330.

 

El inabarcable genio que nos legó, entre otras disciplinas científicas, la Ciencia de Materiales y la Mecánica por fin desprendida de las elucubraciones aristotélicas y ya fundamentada además en las pruebas experimentales, Galileo Galilei (15 de febrero de 1564 del calendario juliano-8 de ene de 1642) llega en 1633 a Roma para encarar el juicio ante el Tribunal del Santo Oficio, después de un viaje iniciado el 20 de enero no exento de vicisitudes, pues la peste regresaba al norte italiano y según consigna su biógrafo James Reston Jr. “una vez más los cadáveres hinchados se amontonaban en las calles” (Op. Cit. p. 329).

En la ciudad eterna recibe la merced de ser hospedado en la embajada toscana a cargo de Francesco Niccolini (1584-1650) y no en las celdas del Santo Oficio, ello fue concedido por el cardenal Barberini, por cierto sobrino del papa, sin embargo el juicio no inició inmediatamente, el sabio pisano hubo de soportar una tensa espera, toda vez que al iniciar su viaje a Roma sufría un fuerte dolor de piernas, indigestión e insomnio que continuaron hasta menguar merced una cuidada dieta y la espera en la embajada toscana.

Por indagaciones del embajador Niccolini se supo sobre la reducción de las acusaciones a únicamente el cargo de desobediencia, noticia de la que es enterado Galileo el 25 de febrero, por lo cual su ánimo mejoró notablemente.

Mucho se ha escrito en torno al proceso, alrededor del cual perviven un sinnúmero de leyendas las cuales incluso han alcanzado alguna obra literaria, un exhaustivo análisis del tema lo hacen los doctores Mariano Artigas (1938-2006) y William René Shea (1937) en el libro El caso Galileo. Mito y realidad (Ediciones Encuentro, Madrid 2009), donde nos dicen “El proceso de 1633, aun contando con las demoras que sufrió, duró sólo unos meses. No se ofreció a Galileo la posibilidad de dar marcha atrás, porque acababa de publicar el Diálogo y se determinó, con razón, que en ese libro defendía el copernicanismo” (Op. Cit. pp. 270-272).

El erudito Richard J. Blackwell (1929-2021) precisa: “El juicio a Galileo inició el 12 de abril y terminó el 22 de junio de 1633. En un movimiento prácticamente sin precedentes, no fue encarcelado durante la mayor parte del juicio” (Behind the Scenes at Galileo’s Trial, UNDP, Notre Dame 2006, p. 8), y en su muy documentado estudio nos ofrece la primera traducción al inglés de uno de los documentos técnicos presentados durante el juicio, el Tractatus syllepticus de Melchior Inchofer (1584-1648).

En la Guadalajara de 1909 Severo Díaz y el canónigo Miguel M. de la Mora publican los textos leídos en el Seminario Diocesano en honor a Galileo.

Twitter@durrutydealba

JB