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Formación y actualización de padres de familia

Las llamadas al 911 para reportar violencia contra mujeres y menores de edad dentro de los hogares en México aumentaron en 120 por ciento desde la declaratoria de emergencia sanitaria y hasta el 16 de abril, lo que paradójicamente refleja que muchas familias mexicanas (principalmente los varones) no saben cómo convivir cordialmente aún en condiciones en las que se requiere de unidad y colaboración.  

Pero la violencia intrafamiliar no ha sido el único delito que ha ido al alza durante la contingencia sanitaria. Del 25 de marzo al 3 de mayo, la cantidad de homicidios dolosos en México fue de 3 mil 381, y aunque las autoridades gubernamentales descalifican la situación al señalar que dichos asesinatos se dieron entre delincuentes, tenemos que concluir que los padres de los asesinos nunca quisieron y/o supieron promover valores y comportamientos de paz, de honestidad, respeto, tolerancia, entre otros, en sus hijos e hijas.  

Más allá de la pandemia, en México uno de cada tres niños y siete de cada 10 adultos padece obesidad y el 80 por ciento de los casos de diabetes derivan del sobrepeso y obesidad, además, la tasa de mortalidad por diabetes en México (88.9 personas por cada 100 mil habitantes) es la más alta entre países como Estados Unidos (15.2 personas), Italia (13.6), China (9.9) y España (8.7). Con estos datos, también podemos concluir que los padres de familia no han sabido cómo educar alimentariamente a sus hijos.  

Así podríamos mencionar diversos ejemplos más para clarificar que muchas madres y padres de familia no han sabido cómo educar integralmente en sus hogares a las y los hijos para vivir saludable, responsable, productiva, sexual y felizmente. 

Cierto es que también la escuela debe contribuir en esta educación y que se debe evaluar por qué su aporte no ha sido tan significativo para que se mejore, pero la formación de las y los hijos comienza en casa. Por ello, hoy más que nunca se requiere que las autoridades federales, estatales y los legisladores, con la participación de universidades y organismos de profesionales, diseñen e implementen una política pública y un programa nacional multimodal para la formación y actualización continua de las y los padres de familia y de tutores.  

También las y los empresarios deben contribuir otorgando las facilidades para que sus trabajadores puedan acceder y participar semanal o mensualmente en dicho programa. 

Si logramos estas medidas estaremos previniendo muchos de los grandes problemas nacionales que hoy padecemos. 

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jl/I