INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Terminó el quinto año, siguen las campañas

Termina un año que marcó una diferencia importante respecto de los últimos finales de sexenio que habíamos experimentado. En efecto, cambiaron un poco las reglas del juego sucesorio y, a la mitad de este año, comenzaron en los hechos las designaciones de candidaturas que normalmente se desarrollaban al final del quinto año, así como las campañas correspondientes de los candidatos insaculados.

En los anteriores sexenios el quinto año constituía, de forma práctica, el último de año de administración, no así del desarrollo del gobierno. Se trataba de un periodo en el que convivía el pasado por terminar y el presente de un futuro por llegar, sin un tiempo intermedio. Como ejemplo, podríamos señalar los últimos meses de la gestión de Enrique Peña Nieto, cuya presencia se difuminó en el ambiente, en la convivencia con el presidente electo y el protagonismo que fue totalmente de éste, y que comenzó antes de la toma de protesta con decisiones de política pública, como las encuestas para determinar la viabilidad del aeropuerto de Texcoco, avanzando en la decisión de su cancelación que, a pesar de contar con un porcentaje importante de avance, y siendo un proyecto de esa administración, el presidente en funciones se volatilizó en el ambiente y no se supo más de él.

En este inicio de sexto año, que no será un año administrativo completo en términos formales, la Presidencia sigue avanzando con proyectos, osados varios de ellos, y dentro de la dimensión discursiva continúan las promesas de campaña del presidente, aunque no de la precandidata única de la coalición Juntos Hacemos Historia, que por cierto ha planteado su línea de futuro con un críptico mensaje de la continuación del proyecto, pero con cambio.

Tratar de revisar algunos de los temas que debieron estar dentro de la línea de atención de la administración federal plantea si realizar un diagnóstico de los mismos constituye un ataque a la línea ideológica del partido y de su líder, o bien, se trata de enunciar temas de preocupación ciudadana.

En el campo de salud, tema central en dos años críticos de esta administración en que, de igual forma, a nivel mundial se incorporaron muchos asuntos que no estaban normalmente en la primera línea de atención, se padecieron problemas inéditos que cada economía abordó de forma diferente. En nuestro caso se anuló una línea de atención ciudadana de salud como lo era el Seguro Popular y se sustituyó, sin análisis de por medio, por un Instituto para el Bienestar, que, aún antes de la conclusión del sexenio, fracasó, se canceló y se cargó ese complejo y creciente problema al IMSS que, sin previo aviso, tuvo que considerar el volumen y complejidad del problema. No se ha resuelto el reto.

El tema de seguridad constituye quizá uno de los ámbitos más complejos y enrarecidos de los últimos sexenios y de los cuales éste no ha sido la excepción. El incremento de zonas desprotegidas del país, de violencia, de desapariciones no solamente no se ha contenido, sino que, de acuerdo con las cifras de los propios organismos federales, se acusa un incremento.

El circuito comercial, industrial, económico no tiene raíces locales desde hace bastante tiempo en la economía global, y de esa manera, las líneas de intervención en el circuito, desorganizadas, se han logrado mantener dentro de la línea de sostenimiento. Probablemente, un aspecto relevante dentro de este territorio lo sea el logro de una revisión y cambios de salario mínimo que constituía un adeudo administrativo relevante.

El 2024 comenzará en campaña electoral, incluidas las líneas presidenciales que en este momento afectan la integridad de los contrapesos como el INE y el Tribunal Federal Electoral, así como la SCJN. Comenzará un año en el que, a pesar de la estridencia mediática electoral, se deberán colocar los acentos de evaluación de un sexenio que parece no haber iniciado y proyecta no terminar aún.

[email protected]

jl/I