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Racionalidad y emoción, el dilema electoral

El comportamiento político actual se encuentra permeado con una muy alta dosis de la dimensión emocional, más que racional, en la que cuenta más el efecto que generen ante audiencias diversas las afirmaciones que se realicen que los instrumentos a partir de los cuales se puedan obtener respuestas objetivas. Ciertamente, la dimensión electoral tiene un peso importante en este campo, pero el proselitismo lleva bastante tiempo instalado en nuestro ámbito social, con una importante carga polarizante que relega el paso racional por uno meramente circunstancial, es decir, un momento sin contexto y sin un anclaje que permita dilucidar, a través de información y datos, los temas que generan la exacerbación de las emociones, coyunturalmente, sólo del presente.

Los mensajes proselitistas han abundado más en la dimensión de la coyuntura presente, como es el caso de los llamados programas asistenciales del gobierno, por ejemplo, que inciden en una situación crítica y compleja de muchos ciudadanos, pero que la comunicación sobre este tema no plantea la forma estructural en la que se piensa continuarlos o desarrollarlos, dentro de una dimensión de políticas económicas que delineen de forma objetiva los mecanismos a partir de los cuales se puedan sostener estas políticas en la dimensión general del modelo de funcionamiento de la economía nacional.

De esta forma, la guerra de propósitos y deseos de sostener esa línea económica tiene un importante efecto en una zona poblacional que requiere esos apoyos, sin preguntarse cuáles son los mecanismos para su establecimiento. Se refuerza la dimensión emocional y se deja de lado la parte racional.

Los mensajes actuales de las diferentes ofertas políticas van cargados con una parte emocional intensa y bastante precarias de información que permita comprender los ejes en los que se basan las estrategias de las políticas públicas que deberían ir a la base de las promesas. No se trata ya de racionalizar, sino de convencer a capas de electorado y, particularmente, de aquellas que no tienen aún una decisión respecto de las ofertas que hay en perspectiva.

Falta el último debate presidencial y también el cuarto por la gubernatura. No se va a esperar un panorama de mucha información, sino de convencimiento respecto de las personas que representan las candidaturas. En efecto, las personalidades vinculadas a la estructura partidista que representan, aunque, con mayor peso las cualidades estrictamente personales, aprueba en su desempeño en una zona de competencia como lo será el debate. De esa forma, se buscará reafirmar y consolidar sus bases, y generar algunas expectativas por las zonas de electores no definidas aún.

La votación se convierte en un ejercicio de derechos sociales de gran relevancia. El abstencionismo seguirá siendo un tema importante, por lo que acudir a las urnas implicará un paso relevante en el afianzamiento y consolidación de un ejercicio democrático que no está asegurado sin la participación ciudadana. Es importante votar y votar con una reflexión de lo que representan las opciones, que más allá de lo coyuntural, deben convencer con el esquema general de gobierno que han presentado.

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