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Servicios de salud mental incluyentes

Hay que reconocer que históricamente los servicios de salud mental de prevención, promoción, evaluación y diagnóstico psicológico e intervención para resolver problemas o satisfacer necesidades no han sido concebidos, planeados e implementados considerando la historia, las condiciones y las necesidades de varios sectores poblacionales vulnerables. 

Entre éstos se encuentran los adultos mayores, las personas con discapacidad, los grupos étnicos del país, las mujeres, las personas con orientaciones sexuales e identidades de género LGBTI+ y las de talla baja, así como otro sector poblacional que sin ser necesariamente vulnerable, se debe considerar, como lo son las personas zurdas. 

A todos ellos se les debe contemplar con los propósitos de: uno, favorecer que las personas de sectores vulnerables puedan acceder óptimamente a los servicios públicos de salud mental y, dos, para propiciar la consistencia y la eficacia de los procesos de trabajo en estas tareas. 

Como parte del Día Internacional de la Salud Mental, a conmemorarse hoy, diversas organizaciones profesionales de la psicología presentan recomendaciones para que las instalaciones y los servicios de salud mental sean incluyentes.

Además de las mencionadas, se sugiere que las instalaciones donde se ofrecen servicios de salud mental cuenten con rampas y con guías podotáctiles y dactilotáctiles; que al ingresar a las instalaciones a las personas con discapacidad visual se les proporcione un manual de destinos de las guías, y que las instalaciones cuenten con señalética y cuadros que digan sí a la inclusión y no a la discriminación. 

También, que en las áreas de trabajo el personal utilice un lenguaje inclusivo; que en las instalaciones se cuente con mobiliario y equipo adecuado para la participación optima de zurdos; que en las áreas de recepción y de trabajo se cuente con mobiliario diseñado para personas de talla baja, y que en los trabajos de evaluación y diagnóstico psicológico se consideren pruebas psicométricas adaptadas y diseñadas para que puedan ser aplicadas óptimamente a personas con discapacidad visual. 

Finalmente, se sugiere que a los profesionales de la salud mental se les capacite en: lenguaje incluyente, lengua de señas mexicana, cultura de la discapacidad, gerontología, perspectiva de género, diversidad sexual, los derechos de las personas vulnerables, lenguas y la cultura de los grupos étnicos que habitan en la entidad en la que trabajan, entre otras.

Ahora le toca a las autoridades.

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JJ/I