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Confusas señales de reactivación económica

A prácticamente dos meses de haber comenzado las fases 2 y 3 de la emergencia sanitaria, finalmente se comienzan a ver, nuevamente con señales contradictorias, acciones dirigidas a la reactivación de algunas áreas de producción, pero no necesariamente de un descenso con claridad y certidumbre, respecto al peso que sigue teniendo en nuestro país el Covid-19. 

Durante este tiempo ha sido palpable el hecho de que no se logró establecer una estructura y organización adecuadas para enfrentar una pandemia con efectos importantes y de larga duración, en la salud y la economía del país. En el inicio de la emergencia aún se discutía el complejo esquema presupuestal 2020, en el que se dejaba en claro que las prioridades en el campo de la productividad del país no era el incentivo de crecimiento económico. De hecho, en las últimas semanas de febrero y luego en marzo, las controversias entre el gobierno federal y los sectores empresariales e industriales estaban enfrascadas en complejos debates que fueron rechazados por la idea gubernamental de generar apoyos considerables para los proyectos de la refinería de Dos Bocas, así como el tren maya y, de igual forma, la continuación del aeropuerto de Santa Lucía, a cargo del Ejército. 

Son temas que no experimentaron cambios sustanciales durante este periodo de aislamiento social y de disminución de las actividades económicas. Con motivo de la presentación del plan presupuestal, en el informe parcial, primero de tres que ofrecerá la Presidencia de la República, se enfatizaba la importancia y la relevancia de los apoyos asistenciales en los que se proyecta el ejercicio presupuestal de este año. Al mismo tiempo, se cancelaba, caprichosamente, una importante planta de cervezas en Mexicali, a través de un sondeo de opinión del que nadie quedó conforme. El sector empresarial se encuentra sin apoyos federales para el sostenimiento de la estructura productiva, pero lo complejo de esta decisión implica que la inversión extranjera ve como un panorama inestable y poco seguro las inversiones en nuestro país. 

Se enfatizaba, en esos momentos, el principio de austeridad como elemento para obtener recursos financieros y, por otra parte, el combate a la corrupción y establecimiento de estructuras honestas y responsables. 

Los dos meses de Fase 3 de contrataque al Covid-19 orientaron la atención a los prioritarios temas de salud y atención de los enfermos por la pandemia. En este punto, surgió un inesperado actor como lo ha sido el vocero para el ataque a la pandemia, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, quien atrajo la atención con las mediciones técnicas y estrategias de abordaje de la emergencia. Durante algunas semanas, incluidas las vacaciones de la Semana Santa, la atención de las audiencias se concentró en ese tema, sin embargo, a pesar de que se hablaba de una reactivación de la economía, no había signos claros de una política y estrategia para desarrollar la dirección posterior a la emergencia. 

Ahora se están dando confusas señales de reactivación de algunos municipios, extrañamente denominados “de la esperanza”. El sustento de esta decisión podría entenderse a la luz de nuevas definiciones que consideran que el producto interno bruto deja de ser una variable de medición del desarrollo económico y se sustituye por el concepto de bienestar. 

El regreso a la reactivación de algunas áreas económicas, entre las que se consideró a la minería como una actividad económica esencial, aparte de otras, muestra la dependencia de las decisiones en el tratado de libre comercio (TMEC) al que están subordinadas las indicaciones de reactivación. 

La urgencia de un plan estructurado con base en la dimensión efectiva de crecimiento del país, requiere un trabajo serio y organizado porque, después de la fase de las improvisaciones se requiere un plan claro, cierto e institucional, que ofrezca certidumbre en todos los ámbitos de la vida posterior a la emergencia. 

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