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Sobre la reducción de la jornada laboral

En estas últimas semanas en la Cámara de Diputados se viene discutiendo una reforma al artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos con la cual se planea reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas.

En el parlamento abierto que se acordó para discutir la iniciativa de ley han participado representantes sindicales, quienes han apoyado la reforma, y representantes patronales, quienes han argumentado que generaría graves problemas económicos a las empresas.

La discusión continuará y los análisis económicos y laborales se presentarán con distintos elementos y matices.

Como profesional de la psicología, considero que esta reforma sería muy justa y necesaria. Justa porque se tiene claro que las y los trabajadores mexicanos son quienes trabajan más en el mundo, con 2 mil 124 horas al año, y necesaria porque ello permitiría que las y los trabajadores mexicanos se desgasten menos y pudieran estar en mejores condiciones físicas y mentales y, asimismo, pudieran incrementar la productividad de las empresas.

Pero hoy también quiero incorporar a la discusión otros aspectos que considero estratégicos y de gran importancia si se aprobará la iniciativa.

Las y los trabajadores mexicanos tendrían un poco más de tiempo libre y por ello la reforma debería ir secundada en asegurar mecanismos para que una parte significativa de ese tiempo libre se destinara a que ellas y ellos:

  • Practicaran medidas para promover y preservar su salud integral
  • Practicaran medidas para capacitarse y actualizarse multimodalmente (eventos educativos presenciales y/o virtuales) en temas multidisciplinares que les favorecieran a ser mejores padres y madres de familia y brindar un mejor acompañamiento y educación a sus hijas e hijos
  • Practicaran medidas para fortalecer las relaciones familiares y vecinales

Hoy, ante tantos problemas sociales que nos están preocupando y afectando, ese posible tiempo libre sería clave. Además de para descansar, para favorecer que, desde la familia, las parejas y las comunidades vecinales, contribuyamos a generarnos como mejores ciudadanos y mejores miembros de una familia.

Entonces este sería un asunto no solo del Congreso de la Unión, de las autoridades laborales y de los sectores productivos, sino también de las autoridades de salud, educativas, culturales y del deporte.

De aprobarse la iniciativa sin estos aspectos, el riesgo pudiera ser que, contradictoriamente hubiera más tiempo para consumir bebidas alcohólicas, bajar el nivel de actividad física o, como paso en la pandemia, que se incrementen los conflictos familiares.

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jl/I