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La rifa de la ignominia 

La organización política conduce al poder. Pero el poder siempre es conservador 

Robert Michels 

 

Después de las ocurrencias que Vicente Fox nos endilgó durante un sexenio caracterizado por la trivialización de la política, se pensaba que no sería posible que, después de esa penosa experiencia, tuviéramos el desatino de elegir a un político tan infausto. Sin embargo, cada día que pasa, el ejercicio del poder de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la cabeza del Ejecutivo federal se transforma en una verdadera chacota. Se ha transformado de primer mandatario de la nación a primer standupero de la política nacional. 

Haber pasado tanto tiempo en la búsqueda de la joya de la corona desde la oposición no lo preparó para encabezar un gobierno profesional (desde la Presidencia comportándose como oposición). Aunque no solo es él, pues su administración está plagada de funcionarios improvisados (pero honrados), lo que se ve reflejado en los constantes traspiés en el ejercicio de su encomienda gubernamental. No dudo que muchos de ellos adquieran en el futuro la experiencia necesaria en la gestión pública, pero mientras, tendrán que mostrar sus deficiencias… y los ciudadanos, padecerlos. 

Cuando el mes pasado se realizó la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, AMLO se negó a recibir a sus organizadores en Palacio Nacional “para no hacer un show, un espectáculo”, aduciendo además que debía “cuidar la investidura presidencial… el presidente de México es una institución que representa a todos los mexicanos y tengo que cuidar eso”. Sin embargo, no pasa día en que él mismo denigre esa misma institución a la que debe preservar (“fuchi, caca”). 

Hasta ahora, el acto apoteósico de la política de la sinrazón y la ocurrencia de la 4T sin duda alguna es la famosa rifa del avión presidencial. Cuando alguno del séquito de aplaudidores y maromeros le advirtió que no podía rifar la nave, porque el gobierno no era el dueño legítimo porque estaba en arrendamiento, y porque el gobierno no puede rifar bienes (no le gusta perder), astutamente se aprovechó del momentum para convertirlo en la rifa del escarnio. 

Se usa la investidura del cargo para chantajear a empresarios al obligarlos a comprar 4 millones de cachitos para la rifa, quienes ayer firmaron una carta compromiso para su adquisición, después de la tamaliza. La duda es, ¿qué ganan con ello los empresarios? ¿Quid pro quo? Los empresarios no dan paso sin huarache: su esencia es la búsqueda del lucro. ¿Y los que no participen? La carta compromiso no fue depositada por todos, pero existe una lista de los invitados. 

Si la intención de la rifa del no avión es para “la compra de equipo médico” (no para la compra de medicamento, que en este momento hay problemas de desabasto), ¿por qué no usar para eso con los 2 mil millones que entregó Gertz Manero ahora y no hasta agosto? Además, ¿qué ese dinero “recuperado” no debería regresárselos al Infonavit, entidad que fue escamoteada con 5 mil millones de las cuotas de los derechohabientes? 

La legitimidad de un gobierno no lo da la cantidad de ciudadanos que votaron por algún candidato en las urnas (33 por ciento de padrón electoral), sino de la eficiencia (entendida como la capacidad de alcanzar un objetivo fijado con anterioridad en el menor tiempo posible y con el mínimo uso posible de los recursos) en la resolución de problemas que más aquejan a los mexicanos: violencia, feminicidios, desabasto de medicina, cero crecimiento económico; aunque ya lo dijo: “No me quitan el sueño los problemas… de seguridad y violencia”. 

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jl/I