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Ivermectina y cuasiexperimento

En plena emergencia sanitaria por la pandemia de la Covid-19, el gobierno de la Ciudad de México (CDMX) inició, a finales de 2020, la distribución de kits médicos entre los contagiados. Este kit contenía un termómetro, cubrebocas, gel, paracetamol y un fármaco para combatir el virus: ivermectina. El portal Animal Político documentó que el gobierno capitalino gastó 29 millones de pesos para adquirir 293 mil cajas de ese medicamento (además de otros). Deben haberse repartidos al menos 200 mil kits en la CDMX.

Lo que aparentemente parecía una política pública benévola para contener la hospitalización de personas contagiadas con el coronavirus se ha convertido en una pesadilla para las autoridades capitalinas. Los resultados se publicaron en un paper, “Ivermectina y la probabilidad de hospitalización por Covid-19”, enviada para su publicación a SocArXiv, portal para publicar en línea artículos en el área de ciencias sociales. El subtítulo del paper es “Evidencia de un análisis cuasiexperimental basado en una intervención pública en la CDMX”, y el resultado fue que “El rango efectivo del kit médico con ivermectina es una reducción entre 52 y 76 por ciento en la probabilidad de ser hospitalizado”. El paper, publicado a mediados de 2021, levantó muchas controversias entre la comunidad científica, por lo que fue retirado dado que “se trataba de un esfuerzo de baja calidad tanto en términos científicos como éticos”.

Este asunto presenta varias aristas. Primero, fue publicado en un portal de ciencias sociales, no en uno de ciencias médicas, lo cual desconcierta, pues los artículos relacionados con aspectos médicos sobre la pandemia (y más citados por Hugo López-Gatell) son publicados en The Lancet. Tal vez una razón es que las contribuciones en este portal no se someten a evaluación de pares.

Segundo, toda investigación, en especial cuando se usan personas para comprobar una hipótesis, debe tener el consentimiento informado de quienes participen en dicho experimento, de acuerdo con los principios éticos establecidos en la Declaración de Helsinki (“El participante potencial debe ser informado del derecho de participar o no en la investigación y de retirar su consentimiento en cualquier momento”) y ser avalado por un Comité de Ética, como se obliga en toda investigación clínica, incluyendo los cuasiexperimentos.

Tercero, la ivermectina no está aprobada para combatir el Covid-19. La Organización Mundial de la Salud (https://n9.cl/iilbv) dicta que tiene poco o ningún efecto para una mejoría clínica, y que no es recomendada, “excepto en el contexto de un ensayo clínico”, y que, a pesar de su bajo costo y la amplia disponibilidad, no recomienda el uso de “un fármaco de beneficio muy incierto y persisten las preocupaciones sobre los posibles daños”. Además, la ivermectina es un agente antiparasítico, para uso veterinario (caballos y vacas). Esto tampoco se consideró en el cuasiexperimento en la CDMX.

Los autores del paper de marras fueron liderados por José Merino, Jorge Alfredo Ochoa, Eduardo Clark y Lila Petersen; Oliva López Arellano, Víctor Hugo Borja y Saúl Caballero. El cuasiexperimento no pasaría de ser descalificado en la academia si los autores no fueran, los tres primeros, de la Agencia Digital de Innovación Pública; la otra, titular de la Secretaría de Salud, todos del gobierno de la CDMX, y otro del IMSS. Solo el último se retractó “de sus resultados y las consecuencias de éste. Pidió disculpas por los posibles daños”. En su defensa, el gobierno federal y el capitalino alegaron: “ataques por parte del bloque opositor”.

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