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Un México violento
Porque nos la quitaron
Las ropas se humedecen día y noche; hilitos de agua escurren de estómagos y axilas; las almohadas terminan empapadas en la madrugada; las cobijas se hacen en la cama a un lado; los ventiladores y aparatos para refrescar son insuficientes; los perros sufren al sacarlos a pasear por el asfalto que les quema las gomitas de sus patas; hallar la sombra de un árbol frondoso en el Centro tapatío es una bendición; el vapor caliente se cuela a los carros y camiones por las ventanas; la piel resiente los rayos solares; la cara agua embotellada no amaina la sed; plantas abandonadas en parques y camellones de la zona metropolitana se secan; los pájaros buscan con dificultad dónde tomar agua; los paraguas apenas si contienen la furia del Sol; rostros escurren maquillaje; las casas con techos de lámina son sucursales del infierno; los vecinos de viviendas sin agua soportan inclemencias; las cucarachas se sienten en su elemento. Mientras, los incendios forestales arrasaron miles de hectáreas de las castigadas zonas arbóreas pegadas a fraccionamientos, perdimos el clima cálido que caracterizaba a la ciudad, el pavimento se extiende y siguen tumbando árboles en el Parque San Rafael, con el aval de gobierno de Guadalajara y el Siapa.
Uno de los parques del sur de Guadalajara muestra de cómo los pocos espacios verdes son destruidos: colonos, familias, niños, jóvenes, indigentes, esparcen basura a diario; amontonan bolsas con desperdicios, hasta llegar a dejar colchones y muebles; tiran colillas de cigarros; sacan a pasear perros sin recoger las heces; quienes viven frente al parque, la mayoría no lo riegan, protegen o cuidan; los árboles están envueltos de plagas; otros han sido talados; plantas con flores, como las teresitas, buscadas con avidez por las abejas, son cortadas de tajo cuando se aparece personal de Parques y Jardines; las banquetas muestran el deterioro; los niños que juegan con pelotas arrasan con plantas y arbolitos. Este domingo observé otra desgracia: una vigorosa planta llamada floripondio, florifundio o trompeta de ángel, que regalaba una decena de hermosas y enormes flores amarillas con naranjas, ya no está. Nadie la regaba, la dizque podaron, se secó y la arrancaron. La lluvia de antenoche llegó tarde.
Las altas temperaturas que hemos padecido son uno de los muchos síntomas y, a la vez, mensaje que restriega la naturaleza a los seres humanos: estamos acabando con el planeta. Al entrar en agonía el globo terráqueo, los efectos los padecemos. El cambio climático reseca valles, aumenta los grados Celsius, destruye la armonía del planeta.
Recordemos la canción entre irónica, cáustica y alegre de la banda tapatía El Personal, con la voz de Julio Haro: “Nosotros somos los marranos”. Para bajarle a la amargura de las malas noticias, va la letra:
“Nosotros somos los marranos. Nos divertimos como enanos. Nosotros somos los cochinos. Nos divertimos como chinos/. Hay que acabar con esta tierra. (¡Sííí!). Desde la playa hasta la sierra. (¡Sííí!). Hay que acabar con el ambiente. (¡Sííí!). Para que vean lo que se siente/. Ay, ay, ay, ay… Nosotros somos los marranos. Nos divertimos como hermanos. Nosotros somos los cochinos. Nos divertimos como primos/. Hay que acabar con las especies. (¡Sííí!). Con las aves y con los peces. (¡Ajá!) Que ya no quede nada vivo. (¡No!). El bosque ya es nuestro enemigo/. Ay, ay, ay, ay… Nosotros somos los marranos. Nos divertimos como enanos. Nosotros somos los cochinos. Proliferamos como chinos/. Hay que acabar con el Reino Animal. (¡Sííí!). Y con la flora intestinal. (¡Sííí!). Hay que ponernos Odorono. (Tss... tss...). Para acabar con el ozono/. Ay, ay, ay, ay… Nosotros somos los marranos. Nos divertimos como enanos. Nosotros somos los cochinos. Nos divertimos como chinos/. Hay que llenar el mar de orines. (Sss... Sss...). Para acabar con los delfines. (¡Sííí!). Hay que lavar con detergente. (¡Sííí!). Para que se muera la gente. Ay, Ay, Ay, Ay. ¡Oinc!, ¡oinc!”.
Twitter: @SergioRenedDios
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