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Sembrada, una semilla por la paz

Ninguna acción para construir la paz en México sobra. Cualquier actividad puede aportar su grano de arena para pacificar un país desangrado. Sin duda que unas serán más efectivas que otras, pero el solo hecho de confiar en que es viable recuperar la tranquilidad puede expandir la consciencia social de que solo unidos saldremos de esta pesadilla.

Las madres buscadoras de sus hijos desaparecidos son un ejemplo valiente, concreto, amoroso, de cómo sus actividades contribuyen también a construir la paz. Porque la paz sin justicia no es posible, lo cual no han comprendido buena parte de los mexicanos y funcionarios públicos. Las injusticias en México, como la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, cimbran la tranquilidad no solo de las víctimas, sino de quienes las rodean; no solo afectan a las familias, sino al conjunto social; no solo dañan la mente, sino el entramado jurídico que supuestamente sirve para garantizar derechos.

Para construir la paz en el país se requiere convocantes que puedan aglutinar al mayor número de participantes. No lo pueden hacer los partidos políticos ni los gobernantes de ningún nivel, más enfrascados ahora en sus propios problemas, en su contienda electoral, en sus pleitos internos y externos. Les falta legitimidad, vocación, honestidad. En cambio, podrían llamar a tomar acciones en pro de la pacificación del país algunas universidades públicas y sus académicos, personajes e instituciones defensoras de derechos humanos, redes de auténticas organizaciones de la sociedad civil o la Iglesia católica.

Luego del asesinato de dos sacerdotes jesuitas en Chihuahua, la Iglesia católica emprendió la reflexión colectiva para diseñar una propuesta que contribuya a la construcción de la paz en México. Tras 10 meses de trabajo en foros de justicia y paz, y de conversatorios por la paz en parroquias, escuelas, centros comunitarios, señalaron que “la violencia extendida en todos los sectores del país, los altos índices de homicidios, el deterioro del tejido social y la pérdida de habilidades de convivencia en la familia, unidos a la necesidad de repensar las estrategias de seguridad en los ámbitos local, estatal y federal, han dado origen a una ruta de construcción de paz que inició en junio de 2022 y se consolidará en el Diálogo Nacional por la Paz”.

La semana pasada, en Puebla, organizaron el Diálogo Nacional por la Paz. Durante tres días se reunieron más de mil personas de un amplio abanico, que incluyó expertos, funcionarios públicos, empresarios, sacerdotes, laicos, migrantes, indígenas, creyentes de otras religiones. Un punto central es que durante el proceso recogieron cerca de 300 propuestas concretas para construir la paz.

Se elaboró ya una propuesta de Agenda Nacional de Paz, que “tiene la intención de trazar un horizonte y una ruta de construcción de paz, donde se sientan incluidos los diferentes actores sociales (…) Queremos que sea una propuesta para la sociedad en general, que promueva el debate y la discusión, para comprender lo que estamos viviendo y ubicar qué puede hacer cada persona desde su espacio, su institución y sus posibilidades”, señaló Jorge Atilano González Candia, director de los diálogos. Con la Agenda Nacional de Paz “buscamos establecer las bases que guiarán la reconstrucción del tejido social a través de la justicia, la fraternidad y el sueño de un país en armonía plena”, indican los organizadores.

Son 14 las acciones inmediatas para iniciar el camino por la paz, que se entregarán a los candidatos de las elecciones de 2024, y que en distintas redes promoverá la Iglesia católica. Se pretende que todos y todas puedan participar y sumarse por la paz. Una importante semilla por la paz está sembrada.

X: @SergioRenedDios

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