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El gimnasio psicológico

Es tradición que al inicio de un nuevo año las personas se propongan una serie de propósitos a cumplir, entre ellos: hacer ejercicio regularmente para bajar de peso y verse muy bien (para lo que muchas personas incluso últimamente están pagando la membresía de un gimnasio), hacerse una pareja, conseguir un buen trabajo, tener mayores ingresos, ahorrar para comprarse un carro y/o una casa, iniciar un programa de estudios de postgrado y/o llevar mejores relaciones con los familiares y otros.

Ello es muy válido e importante. El problema es que pueden definir propósitos loables, pero no van acompañados de una integral y adecuada planeación para definir el cómo los van a lograr y el cómo no deberían descuidar otros aspectos importantes en su vida; por ejemplo, centran su tiempo, sus esfuerzos y recursos para mejorar sus finanzas, pero descuidan sus relaciones familiares, de pareja, de amistad o, en el peor de los casos, descuidan su salud (y decimos que en el peor de los casos porque sin salud no hay nada).

Después puede ser que con el transcurso del año abandonen la motivación para trabajar en la conquista de sus propósitos o que sigan esforzándose en el logro de los mismos, que esto último sería lo deseable.

Otro gran problema es que difícilmente las personas tienen claridad o conocimiento sobre la importancia que tiene el que tengan como propósito fortalecerse psicológicamente, que puede ser indispensable para lograr los otros propósitos contemplados. No nos referimos a atenderse psicoterapéuticamente por vivir con algún problema de salud mental, que sí debiera ser fundamental, sino a: evaluar y actualizar su proyecto integral de vida; a autoconocerse; a mejorar su autoestima; a desarrollar sus habilidades sociales para distintos contextos de la vida, su inteligencia emocional, sus capacidades creativas e innovadoras y su resiliencia; a desarrollar y/o actualizar sus conocimientos y habilidades para el amor y la sexualidad; a fortalecer su pensamiento crítico; a aprender a manejar adecuadamente el estrés cotidiano; a desarrollar un optimismo realista; a aprender a dormir lo suficiente y con calidad; a aprender a ser felices, entre otros aspectos.

 Hoy debemos saber que así como las personas van al gimnasio a realizar ejercicio físico para estar bien y verse mejor, las y los psicólogos hemos creado un gimnasio psicológico para sentirse bien y para desarrollar conocimientos, habilidades y actitudes para ser mejores personas, más productivos académica y laboralmente, y construir mejores relaciones interpersonales.

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jl/I